Incrementar el empleo digno

Las malas condiciones laborales son el principal problema del empleo a nivel mundial, según la Organización Mundial del Trabajo (OIT). A tal grado que el “trabajo decente para todos” es una de las prioridades que la ONU se ha fijado para el final de la próxima década dentro del marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS n°8): “Contar con un empleo no garantiza un modo de vida digno”, destaca Damian Grimshaw, responsable del Departamento de Investigación de la OIT. “Prueba de ello es que 700 millones de personas viven en situación de extrema pobreza, o de pobreza moderada, a pesar de tener empleo”.
Para darse una idea de la magnitud del problema, basta evocar la cifra de 61 por ciento que corresponde al porcentaje de mano de obra mundial en empleo informal, es decir 2 000 millones de personas que trabajan fuera de todo marco normativo sobre derechos laborales. Lo cual conlleva numerosos problemas: falta de protección social, horarios extensibles, despido sin preaviso ni indemnización, condiciones de trabajo peligroso…
“El reto es doble: mejorar las condiciones laborales en el sector informal, que sigue siendo mayoritario en los países en desarrollo, pero también, cuando sea posible, facilitar la formalización de las actividades además de desarrollar mecanismos de protección social, de manera a reforzar la aplicación del derecho laboral y permitir a los trabajadores, incluyendo a los independientes, recibir la indemnización a la que pudieran tener derecho en función de su situación: salud, desempleo, familia, pensión…”, explica Céline Gratadour, referente para temas laborales en la Agence française de développement (AFD). No obstante, por ahora todavía son muy pocas las iniciativas enfocadas a mejorar la calidad del trabajo a nivel mundial.
Favorecer el empleo de los jóvenes

A nivel mundial, se estima que más de uno de cada cinco jóvenes menores de 25 años no ejerce ninguna actividad: no tiene empleo, no recibe formación, no está estudiando. Por su parte, 145 millones de jóvenes trabajadores viven en condiciones de pobreza. Una situación con pocas posibilidades de mejorar ya que es probable que la tasa de actividad de los jóvenes continué reduciéndose como se observa desde hace 25 años, estima la OIT en su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo – Tendencias 2019.
Un problema especialmente preocupante porque el desempleo de los jóvenes está inmerso en un círculo vicioso: los que se mantienen fuera del mercado de trabajo por largo tiempo no adquieren las competencias que los empleadores pudieran valorar más adelante. Por lo tanto, es urgente que las políticas públicas y el sector privado erijan al empleo de los jóvenes en una de sus prioridades para ofrecer mayores y mejores oportunidades de empleo a los jóvenes. Es el objetivo de la Iniciativa Mundial sobre Empleo Decente para los jóvenes (« Decent jobs for youth »).
Impulsada por la ONU, tiene por objetivo acelerar los proyectos de asociación que permitan intervenir en ese ámbito, en particular mediante la difusión de informaciones útiles para los actores clave: estudios, recomendaciones de expertos, innovaciones…
Por ejemplo, en Costa de Marfil la AFD brinda respaldo a las autoridades para llevar a cabo la extensión geográfica y una consolidación de los servicios de empleo destinados a los jóvenes, incluso en lo que toca a la asesoría para creación de empresas. En Marruecos, la AFD estudia actualmente un ambicioso proyecto para implementar Programas Regionales de Empleo enfocados a fortalecer la acción conjunta de la red de actores públicos y privados sobre temas de empleo.
También se puede citar la iniciativa francesa Choose Africa que la AFD promueve. De aquí a 2022, destinará 2 500 millones de euros a 10 000 pequeñas y medianas empresas de África para impulsar el potencial empresarial de los jóvenes.
Alcanzar la igualdad de género en el ámbito profesional

La brecha a nivel de remuneraciones entre mujeres y hombres constituye actualmente una de las grandes injusticias sociales. A un nivel de responsabilidades y de competencias igual, una mujer gana en promedio 20 por ciento menos que un hombre, según la OIT. A lo cual se suma otra desigualdad: las mujeres padecen mucho más el empleo de medio tiempo involuntario que los hombres, cuando muchas de ellas preferirían trabajar mayor número de horas. Esta injusticia, aunada a persistentes estereotipos, contribuye a mantener la actividad de las mujeres en una tasa (48 por ciento) muy inferior a la de los hombres (75 por ciento). “Después de un periodo de rápidas mejoras que duró hasta 2023, los avances para reducir las desigualdades de participación (en el mercado laboral) entre hombres y mujeres ha perdido intensidad” destaca la OIT.
No obstante, facilitar la participación de las mujeres en la vida económica es fundamental para que puedan tener control de sus vidas. Y la sociedad tiene mucho que ganar con ello. “Si las mujeres llegarán a la misma tasa de participación en el mercado laboral que los hombres, ganaríamos 26 puntos de PIB [producto interior bruto] a nivel mundial”, señala Céline Gradatour que cita un estudio de McKinsey Global Institute.
“Sin embargo, es muy complicado generar un cambio de mentalidad en ese sentido”, agrega. “Pensamos que la mejor manera de revertir la tendencia consiste en dedicar importantes recursos para integrar los temas de género, principalmente sobre igualdad profesional, en los proyectos de la AFD y difundir información sobre experiencias exitosas que puedan inspirar otros proyectos. Es el caso de los proyectos que apoyamos en Turquía. Con el objetivo de eliminar los obstáculos que enfrentan las mujeres para conservar un empleo, contribuyen a la creación de guarderías o de espacios dedicados a la lactancia materna en el lugar de trabajo”.
Tener en cuenta a la crisis medioambiental

El cambio climático y el declive de la biodiversidad van a afectar a millones de trabajadores en el mundo, en particular a los agricultores con cultivos vulnerables a los fenómenos climáticos extremos (intensas precipitaciones, sequías) o dependientes de insectos polinizadores. Por otra parte, según los cálculos de la OIT, la transición hacia sociedades más respetuosas del medio ambiente provocará la destrucción de 6 millones de empleos a nivel mundial, en especial en el sector de las energías fósiles.
«Cerrar minas de carbón provoca la pérdida de empleos por lo que es necesario prever ayudas para la reconversión profesional de los trabajadores, pero también es importante anticipar las oportunidades de empleo en los sectores de la economía de bajo carbono a través de mecanismos adaptados para el desarrollo de las competencias y el fomento al empresariado. La transición ecológica podrá beneficiar a los trabajadores únicamente si se anticipan esas situaciones”, considera Céline Gradatour. “Por ejemplo, en África brindamos asesoría a compañías de electricidad sobre los impactos a nivel de recursos humanos, en particular en cuestión de formación, generados por la transición hacia modos de producción más verdes”.
En ese sentido, se estima que a nivel de la mayoría de los sectores de la economía, así como en general en América, Asia, Oceanía y Europa se registrará una creación neta de empleos. Y el beneficio puede ser importante: según la OIT, de aquí a 2030 las políticas favorables a una economía más respetuosa del medio ambiente crearán 24 millones de empleos, en particular en el sector energético -producción de energía renovable, eficiencia energética de edificios, vehículos eléctricos- y en la economía circular -reciclaje, reparación, alquiler, reutilización.
Sin embargo, el informe de la OIT preconiza “capacitar a los trabajadores para que adquieran las competencias exigidas por la mutación ecológica de la economía y proporcionarles la protección social que facilitará su transición hacia nuevos empleos”. A falta de ello, numerosos trabajadores podrían quedarse rezagados.
Acabar con el trabajo infantil

La cifra da vértigo: Actualmente todavía hay en el mundo 152 millones de niños que se ven obligados a trabajar. Entre ellos, 73 millones realizan tareas peligrosas. Aunque efectivamente son cifras en disminución, la baja se efectúa "a un ritmo muy lento como para lograr el objetivo de acabar con el trabajo infantil bajo todas sus formas de aquí a 2025”, lamenta la Organización Internacional del Trabajo.
De acuerdo con la Unicef, el trabajo infantil se debe principalmente al bajo nivel de vida de las familias concernidas, pero también a las normas sociales que lo toleran, a la falta de empleos dignos para adultos y adolescentes, a la migración, a las situaciones de crisis y a la discriminación ejercida contra poblaciones indígenas o de castas inferiores.
Ese trabajo no sólo pone en riesgo la salud y la educación de los niños, también los priva de su infancia y de oportunidades de vida dignas en la edad adulta. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia estima que para acabar con este problema se necesitan mejorar leyes y normas, pero también fortalecer los mecanismos de consultoría y de control hacia las empresas, responsabilizar a los grandes grupos empresariales contratistas como lo hace la ley francesa del 27 de marzo de 2017 relacionada con la obligación de vigilancia, reducir la pobreza en los países productores, garantizar una educación de calidad y concientizar más a la sociedad y a las familias. Temas todos en los que la AFD se propone reforzar sus intervenciones dentro del marco de la orientación “100% vínculo social” de su nuevo Plan de Orientación Estratégico (2018-2022).
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