Las cifras dan vértigo. Más de 2 billones de dólares, es la suma que invierten anualmente, en todo el mundo, los 450 bancos públicos de desarrollo (BPD). Lo cual representa cinco veces el presupuesto total de Francia, o bien 200 veces el presupuesto de la ciudad de París. Con 10 % de inversiones mundiales al año, “se puede mover a todo el sistema”, dice en síntesis un actor del sector del desarrollo.
Están por todas partes, o casi
Cada vez que se crea una granja solar, que una escuela abre puertas, que se inaugura un hospital, los bancos públicos de desarrollo ocupan un lugar importante en la lista de inversionistas. En Europa - ya que los bancos públicos de desarrollo no intervienen únicamente en los países más pobres -, infraestructuras como el viaducto de Millau, el Túnel de la Mancha o bien la línea 14 del metro parisino, fueron financiados por los BPD. Además, el Banco Europeo de Inversión es el banco multilateral de desarrollo más grande del mundo, por delante del Banco Mundial.
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Esos bancos, sin fines de lucro, generan confianza y animan a los bancos comerciales a poner un pie ahí en donde, por lo general, no se atreven ni a avanzar un dedo, ya sea porque el riesgo es demasiado alto, o bien porque las perspectivas de rentabilidad son muy limitadas. El grupo Agence Française de Développement (AFD), que lleva a la práctica la política de Francia en materia de solidaridad y de desarrollo, interviene en 115 país, con prioridad en el continente africano en donde financia o brinda asistencia a numerosos proyectos.
Una virtuosa herramienta de influencia
A lo largo del tiempo y de los desafíos que se han impuesto al mundo, el papel de los BDP ha cambiado. Cada día hay un mayor número de instituciones, empezando por la AFD, que promueven el financiamiento de proyectos favorables a la igualdad de género, a la lucha contra el cambio climático, a la biodiversidad o bien a la salud.
En todos los casos, los BDP son financiadores. Los contratantes -Estados, entidades locales, empresas…-, son los que determinan el tipo de proyectos que se someten a financiamiento. Sin embargo, los bancos públicos de desarrollo pueden instar a los requirentes a proponer proyectos más virtuosos, e incluso à involucrarse en proyectos favorables al medio ambiente y a la población, más allá de la simple rentabilidad financiera.
Frente Común
Ahora bien, falta que los 450 establecimientos concernidos se fijen objetivos similares. “Es necesario cambiar completamente de modelo a nivel mundial, pero nadie tiene una clave mágica ni una receta instantánea”, observa Régis Marodon, consejero del sector Finanzas Sostenibles en la AFD. Definir objetivos comunes, normas conjuntas y una misma perspectiva para las inversiones públicas a nivel mundial, es el propósito de la cumbre Finanzas en Común, organizada del 10 al 12 de noviembre en París. “El objetivo de esta cumbre, es que todos apuntemos hacia una misma dirección”, resume el experto de la AFD. Pero también está el propósito de publicar una declaración común de los 450 BDP, fuerte y concreta. Una primicia en la historia de estas instituciones.
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No obstante, el camino hasta la carpeta de firmas está lleno de obstáculos. Los países menos desarrollados necesitan carreteras, medios de transporte y otras infraestructuras sumamente emisoras de gases de efecto invernadero. Por diferentes razones que abarcan desde la geopolítica hasta motivos ideológicos pasando por cuestiones de política interior, importantes países emisores como China, Estados Unidos, Rusia o Brasil, se muestran reticentes a unirse al grupo de inversionistas prioritariamente responsables.
Tampoco se suelen tomar en cuenta de manera adecuada la interdependencia y las interacciones entre los distintos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En ese sentido es importante avanzar, en especial porque el sector privado todavía muestra una amplia desatención hasta en el planteamiento mismo de los ODS. Así, el análisis del Informe sobre Inversión en el Mundo 2020 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCED) muestra que los flujos internacionales del sector privado hacia cuatro de los diez sectores clave de los ODS no han aumentado de manera significativa desde 2015, fecha en la que se adoptaron esos Objetivos. De acuerdo con la CNUCED, es necesario promover la inversión en infraestructuras, energías renovables, agua y saneamiento, alimentación y agricultura así como en atención médica.
Además, es necesario que la evaluación y el impacto global a largo plazo de los proyectos financiados se analicen mejor, sobre periodos amplios y más allá de la inauguración de los programas.
Intervenir ahora
Con la crisis financiera de 2008 fue evidente, con la era de Covid-19 se confirma: los bancos públicos de desarrollo representan la columna vertebral de un mundo golpeado desde distintos frentes. Pero “deben reinventarse”, advierte Régis Marodon. “Con la crisis sanitaria mundial y sus consecuencias, la urgencia económica y social tiende a prevalecer sobre los aspectos medioambientales. Es necesario coordinar esos dos aspectos y hacerlos funcionar de manera conjunta, y no uno en detrimento del otro’, destaca.
Basta de declaraciones de buenas intenciones, es hora de entrar en acción: “Se enlistan problemas, se analizan los desaciertos en los BDP y se trabaja de manera colectiva y transversal para irrigar con buenas prácticas todos los proyectos. Por ejemplo, en cuestión de género o de lucha contra el cambio climático”. Sólo entonces, un 10 % será suficiente para cambiar la situación.