Colombia: condenados a una segunda oportunidad

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Colombia
Bogota
Colombia: Condenados
a una segunda
oportunidad
120
alumnos acompañados por el centro
7
alumnos obtuvieron su bachillerato en el 2017
2 años
tiempo requerido para colegiales no escolarizados para lograr el nivel del bachillerato
En Colombia, los menores condenados por la justicia pueden esperar un futuro mejor gracias a una escolaridad adaptada y un acompañamiento cotidiano. Reportaje en la periferia de Bogotá, con adolescentes del Club Amigo Soacha.

En Colombia, al igual que en otros países de América Latina, los menores todavía reciben condenas de encarcelamiento por los tribunales. Es para que esta situación evolucione que la asociación Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), con el apoyo de la AFD a través de su dispositivo Initiative ONG, milita para que los menores no sean sistemáticamente recluidos y sigan viviendo « una infancia sin rejas ». 

Para lograrlo, el BICE se asoció con la congregación de los Terciarios capuchinos que maneja los centros de orientación juvenil en Colombia desde 1998. En materia de capacitación e incluso académica, los Terciarios capuchinos colaboran con el Centro de formación de promotores juveniles (Cenfor) que desarrolló programas escolares adaptados. 

En un barrio marginal de Soacha, en la periferia de Bogotá, la asociación El Club Amigo Soacha propone una alternativa a la reclusión para 120 jóvenes con una trayectoria de vida a menudo compleja y violenta.

En este centro, la educación es la piedra angular de los programas propuestos a los adolescentes. Es así como Cenfor desarrolló programas académicos « a la carta » para estos jóvenes a veces no escolarizados desde hace varios años.

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Brayan, ¿futuro arquitecto?
Brayan Felipe Campos Alvarado fue excluido del colegio a los 8 años e hizo parte de las numerosas « pandillas » de las calles. « Antes yo pensaba que uno estaba solo en la vida. Ahora sé que mis profesores están aquí para ayudarme. Volví a retomar el liceo. Soy bueno en matemáticas y quiero ser arquitecto. ¡Quiero construir casas con piscinas! ¡Si no fuera por las clases que tomo aquí, seguiría siendo tonto! Sin mis clases, seguiría vagando en mi barrio y haciendo travesuras».
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Carol se dota de los medios para realizar su sueño
Carol Dayana Cifuentes Jiménez todavía no tiene 18 años y reconoce haber tenido malos amigos. « ¡Pero todo eso ya pasó! ¡Yo quiero salir adelante y ser criminóloga, tener una vida honesta! Sé que puedo lograrlo porque el nivel académico del Centro es superior al de los colegios públicos. Como la enseñanza es personalizada se entiende mejor. »
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Ivan lo apuesta todo por sus cursos para cambiar de vida
Iván Darío Martinez Sánchez tiene apenas 16 años, en pocas semanas será papá y está siguiendo clases en el Centro desde hace varios meses. Con la ayuda de sus profesores, lucha para controlar su adicción a sustancias psicoactivas. Iván es sobre todo un muchacho curioso que « le gusta mucho el fútbol como a todo el mundo, pero lo que prefiere es la historia . Quisiera conocer las pirámides egipcias o la muralla china».
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Jineth recupera el gusto por la escuela
Después de haber abandonado el colegio a los 14 años y haber vivido en la calle durante dos años, Jineth Marina Niño Ocaño obtuvo su bachillerato y ahora quiere ser juez de familia. « Aquí los profesores creyeron en mí, nunca me sentí estigmatizada, nunca me he aburrido y volví a cogerle gusto al colegio, al deseo de estudiar ».
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Una formación específica

El equipo pedagógico está especialmente formado para enmarcar a estos jóvenes. Está permanentemente a su escucha, los motiva diariamente mediante rituales elaborados conjuntamente. Es así como los alumnos empiezan su jornada recitando un texto positivo. Sobre todo, nunca nos juzgamos, para descartar cualquier tipo de estigmatización. Juntos, alumnos y profesores, construyen un proyecto de vida  para que la « nivelación académica » se integre en la construcción del futuro de los jóvenes involucrados. 

¿Las claves del éxito? Programas a la medida
Los jóvenes escolarizados en el Club Amigo son todos conscientes de que su formación es la condición sine qua non para no regresar a la calle y cometer otros delitos.

¿Cómo evitar que los jóvenes ya condenados por la justicia regresen a la calle? Después de una evaluación del nivel escolar de los alumnos, los profesores desarrollan programas a la medida, adaptados a cada caso. « Se trata de detectar los puntos fuertes para animarlos y motivarlos», explica Mileidy Parraga, miembro del equipo pedagógico del Club. Según ella, el éxito de los alumnos reside en la flexibilidad de los docentes.

La enseñanza por ejemplo le da un lugar importante a los juegos. En efecto, la mayoría de los jóvenes del centro tienen dificultades para concentrarse. Marcar la jornada con juegos es una solución que demostró sus resultados. Asimismo, los cursos diarios de artes plásticas ayudan a bajar su nivel de ansiedad en los alumnos.

En el Club Amigo, las actividades manuales también son muy importantes porque ayudan a los jóvenes a orientarse hacia aquello que les gusta. La ebanistería,  la joyería o la clase de artes plásticas son muy apetecidas por los estudiantes los cuales, animados por profesores benévolos, descubren que tienen talentos que ellos mismos desconocían.  Para la pedagoga Mileidy Parraga, harían falta sin embargo « más profesores », ya que los alumnos necesitan un seguimiento estricto y permanente. Evitar la recaída es a este precio.