La AFD anuncia que 30 % de sus financiamientos climáticos contarán con un beneficio para la biodiversidad de aquí a 2025. ¿Qué es lo que esto implica de manera concreta?
Gilles Kleitz: Los científicos coinciden en que no lograremos respetar el Acuerdo de París sobre el Clima, es decir que no lograremos limitar el alza de temperaturas a + 1.5 °C o + 2 °C en 2100, sin basarnos en ecosistemas sanos y protegidos: los bosques, los océanos, los suelos… Son soluciones climáticas basadas en la naturaleza que tienen potencial para proporcionar una tercera parte de las soluciones necesarias para mitigar el cambio climático y permitir la adaptación a este cambio.
Desde hace algunos años, una comunidad de actores comparte la idea que es necesario fortalecer el financiamiento de esas soluciones basadas en la naturaleza. Actualmente, menos de 5% del financiamiento climático se destina a esas soluciones. En la AFD, decidimos encarar el problema y aumentar la parte de nuestro financiamiento climático directamente positivo para la biodiversidad. En la actualidad es de 20 % y llegará a 30 % de aquí a 2025. El Reino Unido y Noruega tienen previsto anunciar un compromiso similar hacia 2030.
Las acciones que permiten intervenir tanto a nivel climático como a nivel de la naturaleza son la agroecología, la planeación costera, la lucha contra la desforestación o el desarrollo de ciudades verdes. Se trata de ecologizar nuestra cartera de inversiones climáticas que actualmente se basa principalmente en la transición energética. El presidente de la República anunció que la contribución internacional climática de Francia llegará a 6 000 millones de euros al año, lo que permitirá también reforzar los financiamientos destinados a la naturaleza.
La AFD también se ha comprometido a duplicar sus financiamientos dedicados a la biodiversidad. Con esta nueva ambición, ¿cuáles son las expectativas en términos de impactos?
La AFD destinó 527 millones de euros a la protección de la biodiversidad en 2020. Nuestra ambición es llegar a 1 000 millones de euros al año de aquí a 2025. Un presupuesto de este nivel nos permitirá intervenir aún más en los sectores de la agroecología, del saneamiento, de la gestión de las cuencas hidrográficas, de la gestión y la protección de los bosques, de los océanos y de sus recursos, además de apoyar proyectos de biodiversidad en zonas urbanas y periurbanas.
También daremos apoyo a la fuerte ambición de desarrollo ecológico y sostenible que se genera en el Sahel y, durante los próximos cinco años, vamos a financiar proyectos locales y nacionales de agroecología y de sectores certificados, de restauración de las sabanas, de gestión más sostenible de la leña y su sustitución por energías renovables de menor impacto como la energía solar, de lucha contra la degradación de los suelos. Todo ello vinculado con objetivos sociales en favor de las poblaciones rurales, en especial para las mujeres y los jóvenes. Es el proyecto de “gran muralla verde”.
¿De qué manera participa la AFD en la movilización de los bancos de desarrollo sobre estos temas?
Actualmente, nuestro esfuerzo colaborativo sobre estos temas está tomando un giro particular al enriquecer activamente el diálogo sobre biodiversidad entre bancos públicos de desarrollo. Desde hace un año, dentro del International Development Finance Club (IDFC, presidido por la AFD y que reúne a 26 bancos públicos de desarrollo), nos hemos dado a la tarea de ayudar a cada miembro a elaborar una estrategia sobre la biodiversidad, una política del riesgo que limite las degradaciones del medio ambiente -en especial a través de la creación de una lista de exclusiones de financiamientos- y una manera de aplicar el financiamiento de la economía pro naturaleza.
La cumbre de los bancos públicos de desarrollo « Finanzas en común », organizada el pasado mes de noviembre, permitió construir una comunidad de establecimientos financieros públicos bilaterales, multilaterales y nacionales favorables a una mayor integración de la biodiversidad. En el sector medioambiental, los bancos públicos de desarrollo tienen una función de propagación pero también una función normativa. Tratamos de convencer a los inversionistas privados de arriesgarse un poco más, con un poco menos de rendimiento de la inversión, para generar un impacto positivo sobre el planeta.
A nivel estrictamente financiero, también apoyamos el esfuerzo de más de 60 socios, bancos privados y públicos, asociaciones de protección de la naturaleza, gobiernos (entre los cuales Francia), orientado a establecer reglas para el seguimiento de los vínculos y de los impactos entre las inversiones financieras y la biodiversidad. Este grupo, lanzado con ocasión de esta reciente Cumbre One Planet, es la “Task Force on Nature Related Risks” (TNFD). Su trabajo es fundamental, como lo ha sido este tipo de esfuerzo a nivel climático.