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Pierre Salignon experto AFD
En la región del Sahel, la AFD tiene varios objetivos: adaptabilidad, rapidez, supervisión de riesgos. Aunque son legítimos, plantean el problema del lugar que se deja a las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) locales y a su capacidad de intervención. ¿Cómo superar los modos de acción tradicionales y aprovechar mejor su experiencia en el terreno? Pierre Salignon, responsable del departamento de cooperación con las OSC en la AFD, nos da algunas explicaciones.
¿Por qué es indispensable el diálogo con las OSC en el Sahel? 

El conocimiento que tienen sobre las prioridades del terreno, su integración local y su capacidad para tener acceso a los beneficiarios, son fundamentales para todos los actores de la ayuda al desarrollo como para los financiadores internacionales. Por ello, al igual que sus demás socios, la AFD evalúa cuáles pueden ser los mejores vectores para apoyar, junto con las acostumbradas interacciones con los Estados, el auge creciente del diálogo y de los proyectos de asociación con las organizaciones de la sociedad civil local. 

Sin embargo, en la mayoría de los casos, en la práctica actual se “elude” a las OSC locales con relación a muchos aspectos, se les relega a posiciones secundarias y de prestadores de servicios por lo que se limita su posibilidad de fortalecerse a nivel estructural.
 

 ¿Cómo explica esa paradoja?

En gran parte, se debe a que, por el momento, existe una contradicción entre la voluntad de dar una nueva posición a las OSC locales, y los propósitos de expansión, de gestión de riesgos y de rapidez que determinan los modos de intervención de los agentes financiadores del desarrollo.

Debido a la magnitud de los proyectos en los que trabajan, el tema de la integración de las OSC resulta especialmente delicado. En el Sahel, los financiadores costean proyectos multisectoriales y multiactores -incluso en ocasiones multipaíses- de gran amplitud en lo que se refiere a los objetivos operativos como a los montos financieros invertidos (10 millones de euros y más). En las zonas geográficas frágiles en donde los Estados se encuentran bajo presión, esos proyectos a menudo requieren que los actores involucrados se estructuren (en torno a ONG y organizaciones internacionales), como es el caso de varios proyectos iniciados por la AFD desde 2018, 3 fronteras y RESILAC, por ejemplo.

Este tipo de proyectos, por su magnitud, rebasa ampliamente las capacidades de gestión de las OSC locales. Cuando estas últimas participan, la mayoría de las veces lo hacen en calidad de prestadores de servicios de las organizaciones internacionales que dirigen el proyecto. De esa manera, automáticamente, se involucran menos en el contenido de los proyectos. Sucede, incluso, que estén en desacuerdo con las orientaciones definidas porque no se les consultó lo suficiente en cada una de las etapas iniciales de definición de las actividades programadas. 

Esta posición periférica de las OSC locales va a la par de flujos financieros que, en la práctica, no les permiten costear su funcionamiento ni consolidar sus capacidades. Reciben financiamiento para actividades pero pocas veces para sus capacidades propias y para sus costos de funcionamiento. Sin embargo, es un factor que podría cambiar su posición en la responsabilidad de los proyectos y en la gestión de los fondos. La relación es inequitativa y les impide crecer y ser autónomas. Sin embargo, muchas de ellas son competentes, tienen conocimientos y experiencia para poder crecer...
 

En situaciones de urgencia, ¿cómo garantizar una intervención rápida sin marginalizar a los actores locales? 

Ese es justamente el reto. En la actualidad, la AFD, al igual que los demás financiadores, trata de acelerar el plazo de elaboración y de montaje de los proyectos, y busca emprender acciones de “impacto rápido”. Ahora bien, la voluntad de velocidad favorece a menudo la colaboración con socios conocidos, “de confianza”, y resulta difícil “abrirse” a nuevos actores, ya que las posibilidades para verificar su funcionamiento y la solidez de sus socios de segundo rango son por el momento limitadas.

A falta de informaciones suficientes y “que inspiren confianza” optamos por “lo conocido”. Por el momento, la AFD y demás financiadores se apoyan en las ONG francesas o internacionales que hacen las veces de “filtros” y de “garantes” de sus socios locales, lo que permite controlar y supervisar de manera óptima los riesgos operativos (seguridad del personal) y aquellos vinculados al lavado de dinero y a la corrupción, o incluso al financiamiento del terrorismo. 

 

¿Cómo tener un mejor conocimiento de las OSC locales?

Sin duda, una manera sería de intervenir con mayor antelación y desarrollar un procedimiento sistemático de identificación de los socios locales en las zonas de intervención y en función de los sectores de intervención. Para que esta forma de proceder sea útil, debe generar informaciones cualitativas sobre los socios locales, en particular en materia de acciones y de resultados obtenidos, de proyectos de asociación realizados, de recomendaciones de organizaciones pares exteriores (el intercambio de informaciones entre actores bilaterales y multilaterales es importante). Por lo tanto, la única manera consiste en llevar a cabo todo esto en un contexto de diálogo continuo con la sociedad civil local e internacional, con el propósito de entablar una relación de confianza y de reciprocidad.

Después, este trabajo de identificación deberá conjugarse con programas de fortalecimiento de capacidades de los actores locales. El sistema de “redes territoriales”, encabezados por referentes de confianza que se basa en el modelo de los Programas Concertados Pluri-Actores, ofrece numerosas oportunidades. En estos últimos años, en Congo, en Guinea, en Túnez, y en Argelia, se han llevado a cabo diálogos sobre políticas públicas entre los Estados y sus representaciones desconcentradas, los actores de la sociedad civil, los de las entidades locales, sin olvidar a las representaciones diplomáticas francesas y a la AFD. Por lo tanto, el trabajo de diálogo y de concertación es prioritario para generar futuros proyectos de asociación multiactores.
 

Mejorar los circuitos de financiamiento es también fundamental. ¿A qué vectores conviene recurrir? 

Una de las soluciones que en el futuro debería promoverse más es el financiamiento directo de actores locales, con una mayor coordinación entre los mecanismos de financiamiento locales ya existentes (embajadas, direcciones regionales de la AFD y agencias), y un aumento del presupuesto específicamente destinado a las OSC locales, como lo decidió hace dos años el Ministerio de Europa y de Asuntos Exteriores (MEAE, por sus siglas en francés) a nivel de las embajadas. 

Actualmente, la Dirección Regional Gran Sahel de la AFD cuenta con recursos destinados al apoyo de proyectos locales. Falta identificar iniciativas locales fructuosas y llevarlas a la práctica. Sería útil orientar una parte de este presupuesto hacia los proyectos impulsados por las OSC regionales, para focalizarse en la consolidación de los proyectos impulsados e iniciados por actores locales y así, con el tiempo, fortalecer a las organizaciones que los manejan.

En ese sentido, el sistema de cooperación británico está más avanzado: 62 por ciento del financiamiento bilateral asignado a las organizaciones internacionales y nacionales de la sociedad civil se invierte a través de sus oficinas nacionales. Por lo tanto, la selección de los socios, el diálogo y la gestión de los fondos a destinación de las OSC dependen ampliamente de una decisión descentralizada y de fuerte influencia local. Al final, 15 por ciento de esos fondos se asignan de manera directa a OSC de los países socios, es decir cantidades significativas de la ayuda pública al desarrollo británica.
 

También evocó la necesidad de no seguir considerando a las OSC como “prestadores” de servicios sino integrarlos al ciclo de proyectos ¿Cómo lograrlo?

En efecto, se tiene que hacer un verdadero esfuerzo para supervisar mejor sus funciones y su situación dentro de los consorcios y de las agrupaciones de actores del desarrollo. En primer lugar, se podría inducir a las organizaciones que impulsan a esas agrupaciones a integrar mejor en sus proyectos de asociación a las organizaciones locales, en todas las etapas de co-construcción de los proyectos como en su seguimiento y en su ejecución. Por último, es necesario impulsar la implementación de consorcios que integren en primera línea a algunas OSC provenientes de los países socios y que hayan dado muestras de su experiencia, de sus conocimientos, de la comprensión de su contexto.

Más precisiones : ONG@afd.fr