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Niños, refugiados syrios, Líbano, Petit
Con el fin de dar mejor respuesta a las numerosas y multiformes crisis, la AFD promueve un nuevo enfoque que toma en cuenta sus causas profundas y actúa simultáneamente a corto, mediano y largo plazos. Es un enfoque integral e hiper-cooperativo. Explicación de Charles Tellier, director de la División de prevención de crisis y de recuperación postconflicto de la AFD, sobre esta nueva forma de trabajar y sus herramientas. ¿Qué formas presentan las grandes crisis en el mundo de hoy?

Charles Tellier¿Qué formas presentan las grandes crisis en el mundo de hoy?

Charles Tellier: Son más polifacéticas que antes. Estas crisis nacen en los conflictos internos de los países y frecuentemente derivan de las dificultades de compartir el poder o los recursos económicos o naturales. El caldo de cultivo de estas crisis es la ruptura del contrato social que excluye a ciertas comunidades en beneficio de otras.

La otra característica de estas crisis, es su impacto de larga duración. Primero, porque los refugiados dejan sus hogares por mucho tiempo: en promedio, permanecen en sus países de acogida por 17 años. Actualmente hay 65 millones de desplazados internos y refugiados en el mundo. Estos desplazamientos de poblaciones – principalmente los refugiados en los países vecinos – representan un desafío para los Estados concernidos en cuanto a sus propios servicios públicos y a su capacidad de recibir a estas poblaciones, especialmente en regiones apartadas donde los servicios básicos están poco presentes.

¿De qué forma esto modifica las prácticas en materia de ayuda al desarrollo?

Hay que salir de la lógica de los campos de refugiados, y actuar ante las crisis con un enfoque integral de urgencia humanitaria y de desarrollo social y económico de largo plazo. Todas las poblaciones deben ser tomadas en cuenta de una manera equitativa y en un marco de desarrollo incluyente: se debe tomar en cuenta a los refugiados, e igualmente a las comunidades de acogida, expuestas, ellas también a una gran precariedad, y que tienen a veces la impresión de ser menos favorecidas que éstos.

Esto necesita de un acompañamiento específico y de un enfoque cooperativo mucho más fuerte, que permita intervenir en las “3D” al mismo tiempo: diplomacia, defensa y desarrollo. Aunque la AFD no financia proyectos de defensa y de seguridad, nuestra misión consiste en construir el contrato social de mañana gracias a nuestras acciones de desarrollo. Sin embargo, en las zonas en conflicto, esto implica saber tomar en cuenta estos desafíos de seguridad si queremos ser pertinentes. El objetivo es actuar ante todas las desigualdades: económicas, territoriales, educativas; al igual que en las relaciones hombre-mujer, pues en ellas se originan estos conflictos.

Agregaría una cuarta “D”, de dinámica local: el desarrollo debe surgir de la población à través del Estado, si este puede encarnar el interés general, o directamente de los habitantes, para que ellos definan por sí mismos sus necesidades prioritarias y sostengan la demanda de reconstrucción del vínculo social perdido.

¿Cuáles son las principales herramientas con las que cuenta la AFD para actuar?

Estamos muy consientes de la dificultad de esta tarea y de las nuevas herramientas que hay que inventar. Disponemos desde el año pasado de un apoyo financiero específico: el fondo Paz y resiliencia Minka. Este nos permite financiar las acciones y establecer colaboraciones de terreno de una nueva forma. Por ejemplo, en conjunto con las ONG locales o internacionales, podemos construir proyectos en las regiones cuyo acceso nos era difícil hasta ahora. Minka se concentra en los factores profundos de las crisis para evitar que prosperen o se reproduzcan. Este es el primer componente de nuestro enfoque hiper-cooperativo.

La Alianza Sahel representa el otro componente de nuestra voluntad cooperativa con los principales actores institucionales (los otros proveedores de fondos, las grandes agencias de la Organización de las Naciones Unidas, etc.). 

¿Cómo tener el mayor impacto, lo más rápido posible en el Sahel, sobre un número restringido de sectores considerados muy importantes en asociación con los países del G5 Sahel? La respuesta a este desafío reside en un pacto mutuo. Podemos hacerlo mejor, pero no podemos hacerlo solos.

Debemos tener la capacidad de acompañar a estos Estados del Sahel en la totalidad de sus misiones: educación, salud, desarrollo territorial y económico, etc. De manera global, y más allá del Sahel, se trata de integrar el conjunto de parámetros de las crisis para tratarlos en el largo plazo y con todos los actores concernidos. Y así evitar que resurjan o que emerjan.