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Pese a que su eficiencia en la lucha contra el cambio climático ha sido ampliamente comprobada, las Soluciones Basadas en la Naturaleza aún están mal explotadas o de manera insuficiente. La razón principal es la falta de una normatividad que pueda unificar prácticas y proporcionar un mecanismo de evaluación fiable para los inversionistas. Para colmar este vacío, en julio de 2020 la UICN lanzó, junto con la AFD, el estándar global de Soluciones Basadas en la Naturaleza.

Innovar a partir del potencial que nos ofrece nuestro medio ambiente: ése es precisamente el principio del concepto de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) que ya han probado numerosos gobiernos, comunidades locales, empresas o bien ONG. Este concepto parte de una realidad que se ha ocultado por largo tiempo: ante retos de la magnitud del cambio climático, de la escasez o contaminación del agua, de los riesgos sanitarios, de la seguridad alimentaria o bien de la erosión de la diversidad biológica debido a urbanizaciones incontroladas, la naturaleza es… nuestro mejor aliado.

A esta conclusión nos han conducido los resultados muy positivos generados, desde hace más de veinte años, por la evaluación de servicios llamados “ecosistémicos”. Un término algo técnico que corresponde a una idea simple: nuestro planeta nos aporta continuos beneficios. Lo han confirmado numerosos experimentos efectuados en el campo de la reforestación, del desarrollo urbano sostenible o bien de la restauración de los ecosistemas marinos o litorales (dunas, lagunas, arrecifes de coral, manglares). 

De esta manera, la UICN estima que las SbN tienen potencial para generar hasta 37 por ciento de nuestras necesidades en materia de mitigación del cambio climático. También pueden reducir el impacto de la crisis climática en los individuos y en la naturaleza al disminuir el riesgo de catástrofes y al ofrecer una mejor resiliencia a las comunidades locales, en especial por medio de una gestión sostenible del agua.

Las expectativas que se tienen en materia de restauración de las áreas marinas, por ejemplo, son cuantiosas. Su costo inmediato requeriría entre 45 y 228 000 millones de dólares a nivel planetario pero, según el programa de Evaluación Francesa de Ecosistemas y Servicios Ecosistémicos (EFESE), el beneficio esperado a largo plazo, en especial para la pesca y el turismo, sería de 622 000 millones a 1.145 billones de dólares.
 
A pesar de ese enorme potencial, confirmado por la experimentación, las SbN aún se utilizan de manera insuficiente. Esto se debe principalmente a la falta de un conjunto de criterios de referencia que pudiera unificar las prácticas. Ahora bien, dichos criterios de referencia son fundamentales para aumentar la magnitud y el impacto de este procedimiento, prevenir los resultados negativos imprevistos o los usos abusivos y, sobre todo, ayudar a los organismos de financiamiento, a las autoridades y demás interventores a evaluar la eficiencia de los proyectos y su interés económico.


Una normativa evolutiva

El estándar global de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la UICN, que se lanzó en julio de 2020, llena este vacío. Cuenta con ocho criterios, relacionados a una serie de indicadores, y está diseñado como un procedimiento flexible y evolutivo, alimentado por la práctica y la experimentación. La gobernanza del estándar global de las SbN de la UICN tendrá a su cargo la revisión de  criterios cada cuatro años, con el objetivo de mejorar e impulsar la participación de todas las partes implicadas en el procedimiento SbN. 

Si esta norma reconoce modelos ya existentes -por ejemplo los procedimientos que ya aplica la AFD, como pueden ser la gestión integrada de cuencas hidrográficas o la restauración de corredores ecológicos- también tiene el mérito de excluir soluciones demasiado puntuales, consideradas como soluciones verdes por algunos sectores pero que, a nivel del beneficio de biodiversidad que conllevan, no están a la altura de los desafíos planteados.

En ese sentido, esta norma permite aplicar un método de evaluación de las inversiones destinado a los inversionistas, financiadores o entidades locales. También les propone un marco operativo para idear y diseñar proyectos o programas que incluyan cuestiones climáticas y de biodiversidad: todos aquellos que elaboren proyectos de SbN tendrán la posibilidad de utilizar el estándar global, su guía de utilización así como su herramienta de autoevaluación para diseñar de manera coherente proyectos de SbN que sean eficientes, ambiciosos en términos de dimensión y de sostenibilidad, que garanticen un lenguaje común para los interventores y que faciliten proyectos de asociación innovadores.


La AFD, principal financiador para la definición de la norma

La AFD fue el principal financiador de los trabajos destinados a definir la norma, una contribución que se hizo en el contexto del acuerdo marco Francia-UICN iniciado en 2005. Gracias a ese apoyo, la norma pudo recurrir a una consulta mundial que le permitió adquirir una intensidad técnica y ajustarse a las necesidades de los actores públicos y privados de diferentes sectores. Sobre todo, esta consulta que fue amplia e internacional otorga una fuerte legitimidad a la actual normatividad. Lo cual da a los usuarios y a los analistas potenciales -como la AFD- esa confianza que, para la aplicación de cualquier herramienta normativa, constituye un capital fundamental.

Más allá de su apoyo financiero para la elaboración técnica de la norma, la AFD se implicará ahora en el terreno para promover la aplicación de los principios de esta norma en los proyectos que financia. En efecto, el grupo se ha comprometido a duplicar su financiamiento sobre biodiversidad y llegar hasta 1 000 millones de euros en 2025.

Este tipo de compromiso supone que las SbN se integren a las carteras de inversiones de todos los sectores de intervención del grupo, en particular en aquellos que tienen mayor impacto sobre la naturaleza: el sector agrícola a través de la transición agroecológica, pero también el ordenamiento urbano por medio de una atención específica a los retos que plantea la calidad del agua, las contaminaciones o artificialización de los suelos.

El aumento de las inversiones en biodiversidad también supone que se reorienten las inversiones atribuidas al sector financiero de los países socios de la AFD, para el cual la norma SbN puede convertirse en una referencia compartida.
Abrir nuevos espacios de diálogo

En realidad, y sin duda es su principal valor agregado, la norma de las Soluciones Basadas en la Naturaleza tiene potencial para abrir nuevos espacios de diálogo que permiten al conjunto de los actores del desarrollo, en cada territorio, ponerse de acuerdo en forma muy concreta sobre la manera en la que los recursos y los espacios naturales pueden ser activados y valorizados para cumplir con los ODS.

Si la comunidad de los bancos de desarrollo, que representa 10 por ciento de las inversiones internacionales, adoptara este estándar, esto constituiría una palanca estructural para reorientar a gran escala esos fondos hacia la reactivación sostenible de la economía post-Covid. Por ello, más allá de su propio compromiso, la AFD ha decidido presentar el tema de la integración de la naturaleza en las estrategias de inversiones de los bancos de desarrollo como una cuestión central de la agenda de la primera Cumbre Finanzas en Común.

Esta cumbre reunirá a más de 450 bancos de desarrollo a nivel internacional los 11 y 12 de noviembre próximos en París, dentro del marco del Foro por la Paz.