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Las inversiones solidarias y sostenibles

Las inversiones solidarias y sostenibles (ISS) designan al conjunto de acciones, financieras o no, que busquen promover el desarrollo sostenible de los países con una lógica solidaria y de colaboración. Contribuyen a satisfacer las necesidades de las poblaciones en materia de clima, de salud, de educación, de transporte o incluso de energía.
Todas las acciones realizadas por el Grupo AFD para promover el desarrollo son inversiones solidarias y sostenibles. Se trata de donaciones o préstamos con tipos ventajosos que financian la ayuda oficial al desarrollo (AOD), pero también de préstamos suscritos en condiciones de mercado, de compra de participaciones, de compartición de experticia técnica, de la producción de conocimientos, de formaciones, o incluso de la sensibilización sobre la solidaridad internacional.
¿Su objetivo?
Concretar proyectos destinados a mejorar el acceso de las poblaciones a los servicios esenciales, a construir infraestructuras, a proteger el medio ambiente o a reforzar las políticas públicas. Estas inversiones se inscriben en un proceso a largo plazo y se centran en proyectos a todas las escalas: local, nacional, regional o internacional.
Construir un mundo más sostenible
En un mundo hecho de interdependencias, las crisis sanitarias, de seguridad y migratorias no se detienen en las fronteras: sin inversiones solidarias y sostenibles, se agravan y afectan a todo el planeta. La inacción tiene un costo exponencial.
Las inversiones solidarias y sostenibles tienen como objetivo prevenir y detener estas crisis contribuyendo al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos 17 objetivos para el 2030, adoptados por las Naciones Unidas en septiembre de 2015, están interconectados: los avances en un ámbito contribuyen al logro de los demás objetivos. Este enfoque sistémico permite abordar simultáneamente los problemas estructurales que frenan el desarrollo y favorecen las crisis: la pobreza, el hambre, la falta de acceso al agua, las deficiencias de los sistemas de salud, así como las desigualdades entre mujeres y hombres.
Al actuar sobre estas palancas, las inversiones solidarias y sostenibles reducen los riesgos de pandemias, especialmente al reforzar las capacidades de los países para hacer frente a las amenazas sanitarias. Limitan los riesgos de desestabilización y de conflictos reforzando los sistemas de justicia, las fuerzas de seguridad locales o la lucha contra los tráficos ilegales. Finalmente, participan en la creación de condiciones favorables para que cada persona pueda contemplar su futuro en su región de nacimiento, reduciendo así la presión migratoria a nivel regional, nacional e internacional.
Un eje de la política internacional de los países
Las ISS pueden ser bilaterales o multilaterales. En el primer caso, se realizan directamente con un país beneficiario. En el segundo caso, el país inversor contribuye a una organización internacional –como UNICEF o el Fondo Mundial...– que financia programas de desarrollo.
Al destacar los intereses comunes de los países y valorizar el diálogo como medio de maximizar el impacto de los proyectos, las ISS contribuyen a acercar a los países y promueven relaciones de confianza a largo plazo. Al favorecer el desarrollo, las ISS constituyen uno de los tres pilares de la política internacional de los países, junto con la defensa y la diplomacia.
Activar las palancas del crecimiento
La contribución de las inversiones solidarias y sostenibles al crecimiento económico de los países socios, a largo plazo, es del orden del 1 % cada año. Las ISS activan lógicas de desarrollo virtuosas y dinámicas que atraen a todos los demás actores, especialmente a los del sector privado. Al orientar los financiamientos del sector privado hacia la promoción de los bienes públicos mundiales, crean un efecto de apalancamiento que multiplica sus impactos.
Las inversiones solidarias y sostenibles también son beneficiosas para los países inversores. Por ejemplo, al apoyar el desarrollo de los países socios, Francia facilita la apertura de sus mercados a las empresas francesas, reconocidas internacionalmente por su experticia en una serie de sectores como los transportes, la digitalización, la transición energética o también el urbanismo. Cada año, las actividades del Grupo AFD generan alrededor de 3 000 millones de beneficios económicos para las empresas francesas, que son capaces de conquistar nuevos mercados. Las acciones que promueven el desarrollo también son un vector de empleo: 50 000 empleos están contabilizados al servicio de la política de inversión solidaria y sostenible, principalmente en las organizaciones de la sociedad civil francesa.
¿Quién lleva a cabo las ISS en el mundo?
Un amplio abanico de actores impulsa las inversiones solidarias y sostenibles: instituciones internacionales, Estados, colectividades, agencias y bancos de desarrollo, fundaciones, ONG y empresas.
A escala mundial, el Banco Mundial (AIF y BIRF), las agencias de la ONU (UNICEF, el PNUD, la UNESCO, el ACNUR…), la Unión Europea (BEI) y los fondos denominados «verticales», es decir, dedicados a un problema específico (Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria...) desempeñan un papel importante.
A nivel continental, los bancos de desarrollo regionales son actores imprescindibles: Banco Africano de Desarrollo (BAD), Banco Asiático de Desarrollo (ADB) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En Francia, los principales actores de las ISS son los ministerios de Europa y de Asuntos Exteriores, de la economía, de la educación superior y de la investigación, y los organismos públicos como el IRD, el CIRAD y, por supuesto, el Grupo AFD. Las colectividades locales también pueden financiar proyectos de desarrollo, directamente y a veces gracias a financiamientos de la AFD. La AFD desempeña un rol central, al ser a la vez banco que financia proyectos y agencia que otorga subvenciones en nombre del Estado francés. Es el principal operador francés de las inversiones solidarias y sostenibles.
El rol clave de los bancos de desarrollo
Numerosos países cuentan con una agencia o un banco de desarrollo activo a escala regional o internacional. Existen 536 en todo el mundo. Son los homólogos del Grupo AFD. Se puede citar así al Foreign, Commonwealth & Development Office (FCDO) del Reino Unido, al Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES) de Brasil o a la Kreditanstalt für Wiederaufbau (KfW) de Alemania.
Gracias a instrumentos que combinan recursos públicos y fondos obtenidos de los mercados financieros, los bancos de desarrollo satisfacen necesidades de desarrollo al apoyar proyectos considerados como demasiado arriesgados por las entidades financieras privadas. Con el respaldo de los Estados, se proyectan a largo plazo. De ahí que tengan la capacidad de reorientar las finanzas mundiales hacia el logro de los ODS, no sólo en el plano económico, sino también en los ámbitos con rentabilidad menos inmediata, como la transición ecológica o el progreso social. Su rol no se limita al financiamiento. También aportan asistencia técnica y saber hacer.