La corrupción, en todas sus formas, constituye un obstáculo mayor para el desarrollo. En los países en desarrollo, quizás todavía más que en los países desarrollados, tiene efectos deletéreos.
Priva de recursos a las poblaciones más pobres, rompe el pacto social y mina los fundamentos del Estado de derecho.
En el caso de los financiadores, la corrupción puede menoscabar la credibilidad, la legitimidad y la eficiencia de sus acciones. Puede conducir a descalificar, ante los ojos de la población, la legitimidad de la ayuda otorgada y en ocasiones hasta su utilidad, lo que es todavía más grave.
En los proyectos que financia, y a más amplia escala, el grupo AFD está determinado a luchar contra la corrupción en todas sus formas.