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¿Qué vínculos existen entre la actual crisis medioambiental y la epidemia mundial de Covid-19? ¿Cuáles son los riesgos y las oportunidades en materia de conservación del clima y de los ecosistemas? Entrevista cruzada con Gilles Kleitz, Director del Departamento de Transición Ecológica en la Agence Française de Développement, y Damien Navizet, responsable de la División Clima.
En su opinión, ¿tiene la epidemia de Covid-19 su origen en la crisis ecológica que estamos viviendo?

Gilles Kleitz: Todavía resulta muy complicado dar una respuesta a esta pregunta. Lo que podemos decir es que esos fenómenos epidemiológicos -en los últimos años se han producido varios como el SRAS, el MERS, H5N1, H1N1, Ebola…- están vinculados a la manera en la que los seres humanos ocupan su entorno y utilizan a los animales salvajes.

La multiplicación de contactos humanos con nuevos hábitats naturales, potenciales reservorios de patógenos, además del comercio de animales salvajes, la concentración de especies salvajes y domésticas en cautiverio así como la cría intensiva en pésimas condiciones sanitarias como se observa en las periferias urbanas, todo ello incrementa los riesgos de contagio. En el suroeste de China, los epidemiólogos han señalado condiciones especialmente propicias al desarrollo de cepas virales. El comercio, los transportes y el consumo masivos amplifican y aceleran esos fenómenos. 

Damien Navizet: El cambio climático, provocado por la actividad humana, altera buena cantidad de equilibrios. Varias zonas se han vuelto propicias a la instalación de especies vectoras de enfermedades, como el mosquito tigre, que se piensa transmite el paludismo, y que ahora se encuentra bien implantado en el sur de Europa. Además, empezamos a darnos cuenta de que la contaminación atmosférica hace más frágiles a nuestros organismos ante los ataques exteriores, lo cual es precisamente lo que sucede con el coronavirus.


La paradoja es que esta epidemia constituye una pausa inédita para la biosfera…

Damien Navizet: Sí, cierto número de actividades económicas que generan grandes cantidades de gases de efecto invernadero se han interrumpido. La cuarentena limita los transportes y el consumo -a pesar de la afluencia en los supermercados- y, por lo tanto, reduce los residuos y la contaminación. Desde ese punto de vista es una buena noticia.

Sin embargo, todavía no es una pausa larga. Además, es un fenómeno que puede revertirse cuando la crisis sanitaria termine. A la inversa, si ésta última durara más de lo previsto, sin duda se observarían efectos benéficos a largo plazo para el medio ambiente. En ese caso, las enseñanzas serán más importantes. Por lo tanto, la duración de esta crisis es un parámetro importante.

Gilles Kleitz: Efectivamente representa una pausa para cierto número de temas medioambientales. Por ejemplo, el comercio de pangolines… Tenemos que atender la situación de urgencia pero también pensar en lo que sigue…


Varias reuniones internacionales relacionadas con el clima o con la biodiversidad se han aplazado (COP26, COP15 biodiversidad, congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) o se han cancelado (One Planet Summit). ¿Qué consecuencias tendrá esta crisis para esas prioridades internacionales de gran importancia?

Damien Navizet: Esos aplazamientos impiden ciertas decisiones políticas fundamentales a nivel climático y en materia de biodiversidad. Se esperaba que 2020 fuera un año especialmente importante para las cuestiones climáticas. Se había previsto llegar a cien mil millones de dólares anuales en transferencias de los países desarrollados hacia los países en desarrollo, mucho más afectados por el cambio climático. La cancelación de la COP no impedirá que avancemos sobre el tema pero la epidemia podría tener un impacto en los flujos financieros y, por lo tanto, en los cien mil millones previstos para 2020.

No obstante, el año próximo (la mayoría de las principales reuniones se aplazaron hasta 2021) apreciaremos la situación con mayor distancia. Los planes climáticos se programan a cinco o diez años y, en principio, no serán revisados. Sin embargo, la COP 26 también corresponde a la renovación de los compromisos de los países y es posible que algunos de ellos quieran abstenerse de hacerlo. 

Gilles Kleitz: En cuanto a la biodiversidad, tampoco es algo muy grave que la agenda sea aplazada. Significa tiempo adicional para reflexionar y preparar mejor las principales reuniones. Siempre y cuando los actores se mantengan movilizados.
 

¿Esta crisis sanitaria genera oportunidades?

Gilles Kleitz: La desaceleración económica y la cuarentena son buenas oportunidades para concientizar a la gente sobre la conservación de los ecosistemas, convencerlos que no podemos volver a la situación anterior y reproducir las mismas causas que tendrían los mismos efectos, que no podemos ignorar las consecuencias de los estragos a los ecosistemas y a la biodiversidad, ni ignorar a los seres humanos más pobres y frágiles…

No debemos permitir que esta crisis se olvide rápidamente. Es evidente que vamos a tener que reconsiderar nuestras prácticas. ¿Qué vamos a reconstruir después de esto? ¿Qué sistema agrícola queremos promover? Para una situación como ésta no existe una respuesta única. Pero podemos construir un nuevo sistema, más resiliente, en el que los factores propicios a las epidemias sean reducidos.

Damien Navizet: Y la opinión pública puede sumarse de manera favorable a determinados beneficios para el medio ambiente que durante estos tiempos de crisis sanitaria probaron ser de interés para la resiliencia de nuestras sociedades.

Hoy, para enfrentar la epidemia, ha sido preciso cambiar comportamientos. Y, precisamente, ése es el tipo de cambios que necesitamos ante la urgencia climática. Lo cual demuestra que tenemos perfectamente la capacidad de tomar ese tipo de decisiones.

Obviamente, no se trata de encerrar a la gente por cuestiones climáticas, sino de avanzar más en el teletrabajo, en el consumo de productos locales y en reducir los desplazamientos. La diferencia es que en relación con el tema climático podemos anticipar esos cambios para que sean menos difíciles. Podríamos prever un cambio de costumbres en numerosos sectores. 

Gilles Kleitz: En la AFD, nuestro trabajo consiste en contribuir a un mundo sostenible con soluciones concretas:  apoyo a los sistemas de salud públicos, instalación de redes de agua potable y de dispensarios en áreas rurales, apoyo a las políticas veterinarias, a la gestión inteligente de los recursos y de los espacios naturales, rehabilitación de barrios precarios…


¿Cómo movilizar a los Estados, a las empresas y a los ciudadanos cuando la crisis sanitaria haya terminado?

Damien Navizet: Manteniendo el tema presente. Durante una crisis sanitaria como la que tenemos actualmente, existe el riesgo de que los temas medioambientales motiven menos. Ahora bien, si una vez la epidemia controlada retomamos las mismas actitudes que teníamos antes, vamos a recuperar rápidamente los niveles de contaminación anteriores a la crisis. Por cierto, China suprimió su moratoria sobre la construcción de nuevas plantas de carbón.

Por eso, más allá de la urgencia sanitaria inmediata, en la segunda respuesta a esta crisis, la de los planes de reactivación de las economías, será necesario reiterar que proteger al medio ambiente es un imperativo. Además, el movimiento tiene que ser general. Empezando por los actores financieros. Entre más se haya manifestado la AFD como un socio fiable en la situación de urgencia, mayor eco tendrán nuestras propuestas para tomar en cuenta al medio ambiente. Para nosotros representa una oportunidad y es razonable suponer que se recibirán de manera favorable. Sobre todo porque esa manera de enfocar la situación genera a menudo creación de empleos locales, en particular en los sectores de la eficiencia energética, de los transportes limpios y de la restauración de hábitats naturales.

Gilles Kleitz: Esta reactivación deberá ser congruente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): pensar en la naturaleza, pensar en el clima, pensar en lo social. En la actualidad, hace falta que hablemos sobre las causas primeras de esta pandemia de Covid-19: el comercio de especies salvajes, la colonización de ecosistemas forestales, las densidades humanas importantes, los flujos mundiales de mercancías muy poco reguladas. Será necesario atender estas cuestiones.

En términos políticos seguiremos pidiendo que se respete la prohibición del comercio de animales protegidos. Pero también debemos recordar los parámetros fundamentales que vinculan humanidad y vida. Hay que tener presente que alterar la biósfera genera incertidumbres muy importantes y difíciles de manejar. Hay que destacar, por último, que es necesario hacer mayores esfuerzos para conservar la biósfera. Y de paso conservarnos.