Artículo publicado por primera vez el 27 de mayo de 2020. Última actualización: 3 de julio de 2023.
¿El pangolín?, ¿el murciélago? Si bien las circunstancias exactas que dieron origen al coronavirus SARS-CoV-2 en China, a finales de 2019, todavía no se conocen exactamente, desde el principio de la epidemia de COVID-19 se ha tenido una certeza: los embates de la acción humana contra la biósfera a veces resultan contraproducentes para la propia humanidad. Es lo que sucedió con el Ébola, el H5N1, el Marburgo, el Nipah, el SRAS, el VIH, el virus del Nilo Occidental o el Zika, que entraron en contacto con el ser humano o aparecieron en nuevas zonas a raíz de embates al medio ambiente. En un caso, porque la desforestación obligó a los murciélagos a acercarse a zonas habitadas, en otro porque la expansión agrícola expuso a los obreros a los reservorios naturales de patógenos; en otro más porque el cambio climático ha permitido a un mosquito conquistar nuevos territorios.
“La multiplicación de los contactos humanos con nuevos ecosistemas naturales, potenciales reservorios de patógenos, al igual que el comercio de animales salvajes, la concentración de especies salvajes y domésticas en cautividad, así como la ganadería intensiva en condiciones sanitarias deplorables en las periferias urbanas, son factores que aumentan los riesgos de contaminación”, apunta Gilles Kleitz, director ejecutivo del Departamento de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDD, por sus siglas en francés) en la Agence française de développement (AFD).
De las cinco nuevas enfermedades humanas que aparecen en promedio cada año, tres son de origen animal. Sin embargo, como lo hemos podido comprobar con la crisis de la COVID-19, si la medicina humana permite tratar las enfermedades, no permite prevenir ni anticipar el riesgo de epidemias.
Foro Une santé durable pour tous: objetivo “Una Salud”
Del 5 al 7 de julio de 2023, en Lyon, el foro Une santé durable pour tous (Una salud sostenible para todos) reunirá a varios cientos de profesionales de los sectores de la salud humana, animal y ambiental. El objetivo de este evento internacional es identificar y promover las recomendaciones operativas para integrar los retos de Una Salud en los proyectos, programas y políticas desde el nivel local hasta el internacional. Se basa en una dinámica de reflexión que la Fundación Una Salud Sostenible para Todos emprendió hace dos años y que está organizada en grupos de trabajo sobre subtemas clave como el de la alimentación, el financiamiento de los retos de Una Salud y la implicación de las comunidades.
La AFD es coorganizadora de este evento, que se articula de manera estrecha con las prioridades que se ha fijado el Grupo para los años venideros en materia de respuesta ante el cambio climático y de lucha contra las desigualdades. Las numerosas crisis y la interdependencia de los retos ambientales, sanitarios y sociales suscitan una urgente necesidad de enfocar la salud de manera diferente tomando en cuenta los retos climáticos y ambientales para reanudar con una trayectoria de progreso en materia de salud y avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La clave para reducir esos riesgos de manera drástica consiste en prestar mayor atención a la interdependencia entre tres campos de la salud: la salud humana, animal y de los ecosistemas. Esto es lo que nos enseña un enfoque de las políticas de salud que se ha denominado One Health (“Una Salud”).
¿Cuál es su objetivo? Renovar nuestra visión de la salud al reconocer, primero, la interdependencia de esas tres componentes -la humana, la animal y la ambiental- y favorecer las colaboraciones a escala nacional y regional entre profesionales de esas distintas áreas.
”La contribución de médicos, veterinarios, ecólogos, agrónomos, sociólogos o antropólogos permite mejorar la comprensión de un problema teniendo en cuenta sus numerosas facetas”, explica Marie Edan, responsable de equipo en proyectos de Agricultura, Biodiversidad y Desarrollo Rural en la AFD y veterinaria de profesión. “Con la enfermedad de la vaca loca, nos dimos cuenta de lo fina que es la línea que separa a la salud animal de la salud humana”.
Prevención de las enfermedades desde el origen
El concepto ”Una Salud” se formuló a principios de los años 2000 y se concretizó a partir de 2010 con los trabajos de tres organizaciones internacionales: la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En los primeros años, se hizo especial énfasis en la lucha contra la zoonosis (enfermedades transmisibles de los animales hacia los seres humanos y viceversa, como la rabia), la resistencia a los antibióticos y la seguridad sanitaria de los alimentos.
En 2018, estos tres organismos firmaron un protocolo de acuerdo para intensificar su colaboración. En él se precisa su acción para combatir las futuras amenazas sanitarias: fortalecer los servicios nacionales y regionales de salud humana, animal y alimentaria, promover la investigación para comprender mejor las enfermedades de origen animal, detectar su aparición con mayor rapidez y controlar mejor su circulación, entre otros objetivos. En 2022, el Programa de las Naciones Unida para el Medio Ambiente (PNUE) se sumó a esta alianza destinada a poner en práctica el enfoque “Una Salud”.
La OMSA, (anteriormente llamada OIE), uno de los miembros de esta alianza cuatripartita, considera que la prevención de las enfermedades desde su origen animal es la solución más eficaz y económica para proteger a los seres humanos. Según esta institución, los servicios veterinarios desempeñan un papel fundamental en ese sentido: al proteger la salud y el bienestar animal, contribuyen a mejorar la salud humana propiamente dicha, así como la seguridad alimentaria, en particular mediante un mejor control del ganado.
No obstante, desde hace varias décadas, numerosos países, principalmente en África, enfrentan una fuerte disminución de inversiones en los servicios de salud animal, con importantes consecuencias para la salud pública. Esta subinversión también afecta a las instituciones encargadas de vigilancia sanitaria.
“Alentamos a los países a organizar grupos de trabajo interministeriales para aplicar las estrategias que integren salud humana, animal y ambiental”, destaca Monique Éloit, Directora General de la Organización Mundial de Sanidad Animal. “Una Salud corresponde a un modo de pensar, un enfoque que todos pueden apropiarse. Muchos temas deberán enfocarse desde esta perspectiva y a través de una acción conjunta”.
Red de vigilancia regional
En 2009, la AFD apoyó la creación de una red de vigilancia epidemiológica y de gestión de alertas, coordinada por la Comisión del Océano Índico (COI) en cinco países: la Unión de las Comoras, Francia, Madagascar, Mauricio y Seychelles. En 2013, este grupo creó una sección sobre sanidad animal, en coordinación con la red de vigilancia regional para sanidad animal, dirigida por el (Cirad).
“Actualmente, la COI tiene una estrategia operativa muy concreta, que se lleva a cabo en el terreno, para conectar entre sí a las especialidades de salud humana y animal. Por ejemplo, en los países que reciben fondos del proyecto, apoya la creación de plataformas nacionales de “Una Salud” para suscitar el diálogo y la colaboración entre los actores clave de los ministerios de salud humana y los ministerios encargados de sanidad animal”, precisa Claire Giron, responsable de equipo para proyectos de Salud y Protección Social en la AFD.
Desde 2013, en el Sureste de Asia, la AFD apoya al Instituto Pasteur y a sus organismos socios a través del proyecto Ecomore que tiene como objetivo luchar contra las enfermedades emergentes gracias al análisis del impacto del cambio climático y su vínculo con la aparición de esas enfermedades y al fortalecimiento de las capacidades de vigilancia sanitaria en la región. Como parte de este proyecto se realizó una modelización de los riesgos epidémicos que las autoridades sanitarias pudieron utilizar en su lucha contra el dengue o la leptospirosis para enfocarse de manera más específica en las zonas de alto riesgo. El Instituto Pasteur trabaja con sus oficinas locales en Camboya y Laos, con el National Institute of Hygiene and Epidemiology en Vietnam, el National Health Laboratory en Birmania, el Research Institute for Tropical Medicine en Filipinas y el Instituto francés de Investigación para el Desarrollo. La AFD reiteró su apoyo a este proyecto en el contexto de la pandemia de la COVID-19.
Proyectos innovadores respaldados por las ONG
En Marruecos, Libia y Chad, apoyamos un proyecto impulsado por la Comisión de Lucha contra la Langosta del Desierto.
“Organizados en enjambres, estas langostas pueden ingerir hasta 100 000 toneladas de materia orgánica al día y amenazar la producción alimentaria de regiones enteras. El proyecto está mejorando la vigilancia de las poblaciones de langostas, en particular gracias a modelos informáticos que permiten identificar las zonas con riesgo de multiplicación. Esto permite concentrar los esfuerzos de prevención en estas áreas”, explica Marie Edan.
El Programa de Innovación Sectorial para las ONG (Fisong) permite establecer colaboraciones entre organizaciones de la sociedad civil (OSC) y la AFD para el cofinanciamiento de proyectos innovadores. En mayo de 2020, la AFD lanzó un Fisong de 2.5 millones de euros para financiar uno o más proyectos que implementen un enfoque “Una Salud” innovador en África, por ejemplo, implicando más a la población en las actividades de prevención. Actualmente, están en marcha dos proyectos, uno en Senegal (impulsado por Solthis, AVSF y sus organismos socios), el otro en Guinea Forestal (respaldado por el Gret y sus organismos socios). Están centrados en acciones o cambios de prácticas correspondientes a retos de salud humana, animal y ambiental como la resistencia a los antibióticos, la pérdida de biodiversidad, las prácticas culturales, la contaminación y los conflictos de uso.
Como parte de la programación 2021-2027 para su acción exterior, la Comisión Europea lanzó las Iniciativas del Equipo Europa (IEE) regionales enfocadas en coordinar y armonizar la acción de la Unión Europea en torno a retos clave. Una de esas IEE en salud se enfoca en mejorar la seguridad sanitaria en África desde un enfoque “Una Salud” y en cooperación con el Centro Africano para la vigilancia y prevención de las enfermedades (CDC). Durante este periodo, la Comisión dedicará a este tema más de 80 millones de euros. El grupo AFD está plenamente implicado en esas discusiones y trabaja con sus interlocutores europeos para coordinar las inversiones en colaboración con el CDC África, con el que la AFD firmó un acuerdo en 2022.
“Una Salud” nos ayuda a idear soluciones nuevas y más eficientes
La aplicación operativa de este enfoque de salud se extiende de manera progresiva: de acuerdo con un estudio publicado en la revista Lancet Planetary Health, a finales de 2017 se contaban alrededor de cien alianzas que implicaban a las organizaciones en al menos una de las dos componentes del enfoque “Una Salud”, en África, Asia y Europa.
Para Arnaud Laurent, coordinador del enfoque “Una Salud” en la AFD, “ante las numerosas crisis ambientales con crecientes efectos negativos sobre la salud, el concepto “Una Salud” nos lleva a cuestionar los enfoques tradicionales, que ya no nos permiten avanzar lo suficiente a nivel de la salud para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Una Salud” nos ayuda a idear soluciones nuevas y más eficientes para responder a los retos interdependientes de la salud humana, animal y ambiental”.
La crisis de la COVID-19 también puso de relieve la falta de recursos asignados a los sistemas de salud en distintas regiones del mundo. En efecto, desde el inicio de la epidemia, la mayoría de los países han hecho recaer en la población el mayor peso de su estrategia de lucha contra la circulación del nuevo coronavirus -confinamiento, uso de cubrebocas, distancia social…
“La subinversión crónica en las actividades destinadas a prevenir y administrar las crisis fue algo evidente durante la pandemia de la COVID-19, pero desde hace muchos años constituye un problema”, prosigue Arnaud Laurent.
“Es responsabilidad de los Estados, pero también de los financiadores internacionales que no invirtieron lo suficiente en actividades estructurantes para los sistemas”, agrega.
Para Monique Éloit, los países que ya han integrado o experimentado estrategias sanitarias que incluyen tanto una perspectiva humana y animal como ambiental han demostrado estar mejor preparados frente la pandemia de la COVID-19.
En ese contexto se creó la iniciativa Prezode (Preventing Zoonotic Diseases Emergence), apoyada por el grupo AFD. Iniciativa internacional que aborda todos los retos relacionados con la prevención, la vigilancia, la detección precoz y la respuesta rápida a los riesgos de pandemias zoonóticas, Prezode fue anunciada por el presidente de la República francesa durante la Cumbre One Planet en enero de 2021.
AfriCam, el primer proyecto apoyado, se enfoca en el fortalecimiento de los sistemas de vigilancia y de detección precoz en cuatro países africanos, así como en Camboya. Prezode ya representa a una comunidad internacional de 21 países, incluyendo a Francia, y más de 200 organizaciones del mundo científico, académico y asociativo.
El problema al que nos enfrentamos actualmente es el de la fragilidad de las estructuras sanitarias. Dedicamos mucho dinero a la vacunación contra la polio, la detección de la tuberculosis, lo cual es importante, pero se hace a expensas de la contratación de suficientes profesionales de salud y de su adecuada formación.
Actualmente, “Una Salud” está cobrando cada vez mayor importancia con respecto a los efectos de la crisis climática y de los cambios ambientales sobre la salud. En efecto, esos riegos irán en aumento: El cambio climático ya tiene muchos efectos directos e indirectos en la salud humana, mientras que la pérdida de biodiversidad sea quizás una amenaza aún mayor, en este caso para nuestra seguridad alimentaria.
“Sea como sea, debemos orientarnos hacia el equilibrio mundial de los ecosistemas”, dice Marie Edan. Pangolín o murciélago, humano, animal o ambiental, hoy resulta fundamental aprovechar las experiencias de los proyectos “Una Salud” que ya se encuentran en marcha y aumentar las intervenciones que corresponden a esos criterios. ¿Y si un día “Una salud” se convirtiera en un reflejo?