Rémy Rioux, director general del grupo AFD: "Los próximos 80 años serán decisivos"

publicado el 02 Diciembre 2021
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Con motivo del 80ª aniversario del Grupo Agence Française de Développement, su director general nos habla de los pilares sobre los que se construyó la AFD y del futuro del desarrollo en el contexto de una relación cambiante entre Francia y sus socios.
80 años "junto a los demás": ¿qué pretende transmitir esta frase sobre la historia y la evolución de la Agencia Francesa de Desarrollo? 

Nuestra historia, nuestras acciones, nuestros procedimientos y nuestro modelo de negocio están junto a los demás. Es una declaración de intenciones y una actitud. Creo que esta es nuestra misión en el equipo de Francia. Estar junto a los demás significa estar junto a nuestros clientes, nuestros socios y las sociedades de los países donde actuamos. Con respeto, atención y la máxima inteligencia colectiva para construir una relación de confianza, sólida y de colaboración a largo plazo. Y para que los resultados de nuestro trabajo conjunto sean lo más sólidos posible. Trabajamos cada día para crear este vínculo de confianza, ambición y acción que es la esencia del trabajo de desarrollo. Es necesario "conectar" con los demás, descentrándonos en busca del otro, para transformamos a nosotros mismos y a la institución.

Nuestro aniversario es una gran oportunidad para reflexionar sobre quiénes somos y qué construyeron las personas que estuvieron antes que nosotros. Y también reflexionar sobre los próximos 80 años, que serán decisivos. Replantearnos la prospectiva, la planificación y reflexionar sobre lo que vendrá después de mañana. Esto también forma parte de nuestra misión, con los 1000 proyectos que apoyamos cada año. Con la incorporación de Expertise France al Grupo AFD el próximo 1 de enero, podremos aunar con más fuerza diferentes proyectos y respaldar las políticas públicas para acelerar las trayectorias de desarrollo sostenible.


¿Cuál es el ADN de la Agence Française de Développement?

La AFD –y aquí reside nuestra fuerza y orgullo– es una organización técnica y modesta, que cuenta con muchos y variados conocimientos y talentos, cuya profesionalidad y seriedad son ampliamente reconocidas. Una organización que cumple sus compromisos. Tras una larga historia donde la organización se construyó por sedimentaciones sucesivas. Ha habido cinco AFD, con cinco nombres diferentes. La de la Resistencia, de la Francia Libre, en 1941, que no fue el instrumento financiero de la colonización. La de 1944, con el nombre de Caisse Centrale de la France d'Outre-mer, la primera en invertir fuera de Francia. 

En 1958, pasó a ser la Caisse Centrale de Coopération Économique, para respaldar  los procesos de independencia, con un grandísimo director general, André Postel-Vinay, que instauró una cultura muy fuerte de respeto y rigor en la gestión, contra el "affairismo".

En 1992, año de la Cumbre de Río, nació la preocupación por el desarrollo sostenible –entonces pasamos a llamarnos Caisse Française de Développement. Y, por último, el año 1998 fue el punto de inflexión de la globalización, en la que participó la nueva Agence Française de Développement.


Un nombre que seguramente vuelva a cambiar...

La idea de cambiar otra vez el nombre de la AFD surgió durante las conversaciones que tuvieron lugar con el Presidente de la República en la Cumbre África-Francia celebrada el 8 de octubre en Montpellier.

Este nuevo nombre debe ser el marcador, el acelerador de un nuevo trato, más allá de la ayuda oficial al desarrollo. Todo el mundo siente que el marco y las normas establecidas durante los procesos de independencia, que son un reflejo de la forma en que nos relacionamos con el resto del mundo, ya no se corresponden exactamente con la realidad geopolítica, climática, económica y social del mundo actual. Es como un traje que no encaja del todo con lo que ahora somos.


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¿No debería evolucionar la propia terminología del sector del desarrollo?

Sí, hay determinadas palabras que nos incomodan en la actualidad como, por ejemplo, la "lucha contra la pobreza". Hace poco, hablando con el Ministro de Economía de Chad, me dijo: "Por favor, deje de hablar de lucha contra la pobreza; hable mejor de economía, oportunidades, innovaciones, creación de empleo, etc.". El término "ayuda", que ya no utilizo, es probablemente el más controvertido. Todo nuestro léxico se ha quedado anticuado y aún no hemos adoptado un nuevo vocabulario. Es un tema apasionante y ahora debemos iniciar un exhautivo trabajo de dilucidación, tanto a nivel externo como interno, que debe crear un efecto dominó mucho más allá de la AFD, en el mundo de la financiación del desarrollo en su conjunto. No es fácil porque estamos legítimamente orgullosos de lo que hemos conseguido en los últimos 60 años. Pero es esencial para abrir nuevas perspectivas, crear nuevas coaliciones y lograr más impacto.


¿Se están notando los primeros cambios desde la entrega del tan esperado informe de Achille Mbembe al Presidente Macron a principios de octubre, y la Cumbre África-Francia celebrada en Montpellier?

La Cumbre de Montpellier fue un paso esencial, y así se percibió, tras el impulso dado por el Presidente de la República con su discurso en Uagadugú a finales de noviembre de 2017. La acción ya está en marcha con una prioridad cada vez  mayor a la juventud en nuestra política de desarrollo, con la iniciativa Choose Africa (la oferta de nuestra filial Proparco para las pymes africanas), con nuestra rápida respuesta a la crisis del Covid en África, o con la financiación de la devolución de las obras sustraídas por el coronel Dodds del Palacio de Abomey en Benín. La Nueva Cumbre África-Francia ha hecho un balance de todas estas acciones y les ha dado un marco común y un nuevo impulso. Se ha abierto un nuevo espacio en el que Achille Mbembe y los once jóvenes prometedores presentes en Montpellier están plenamente implicados.

Debemos oír y escuchar el nuevo y valioso  mensaje que se transmitió en Montpellier. Ahora le toca a la AFD hacer propuestas para poner en práctica esta nueva orientación de la política de desarrollo, redefinida en la Ley de programación de desarrollo solidario y lucha contra las desigualdades globales votada por unanimidad el 4 de agosto de 2021.


¿El ritmo del desarrollo es lo suficientemente rápido como para responder al deseo de cambio y redefinición de los vínculos entre Francia y sus socios?

El ritmo no es el mismo, obviamente, que en una situación de humanitarismo y emergencia. El desarrollo es un proceso más largo y complejo de empoderamiento, educación, creación de capacidades y legitimidad. La política de desarrollo busca actuar sobre las estructuras sociales, medioambientales y climáticas. Pero esta preocupación por el largo plazo no lleva a posponer sine die lo que se puede y debe hacerse inmediatamente

El desarrollo actúa a corto y medio plazo para provocar y acelerar las transformaciones a largo plazo. En definitiva, el largo plazo se construye en el corto plazo. En el caso del cambio climático, por ejemplo, hay que actuar rápidamente, mucho antes de que la emergencia y sus fenómenos extremos se manifiesten a mayor escala.


En términos más generales, ¿cómo ve el mundo del desarrollo y la solidaridad dentro de 80 años?

¡En común! Un mundo de respeto y colaboración, donde las comunidades políticas legítimas, elegidas libremente por los pueblos, serán capaces de ejercer su soberanía y combinarla con otras en un mundo en constante interacción. Lo estamos viendo con la crisis del covid-19: cada comunidad debe ocuparse de los suyos, pero también debe actuar a nivel internacional, en primer lugar con los países vecinos, y también entre Europa y África.

¿Cómo abordar estos nuevos vínculos entre lo nacional y lo internacional? La cumbre Finanzas en Común, que reúne a los 530 bancos públicos de desarrollo por iniciativa del club IDFC, que preside la AFD, es un ejemplo de la nueva solidaridad que está surgiendo a medida que nuestros grandes temas comunes se anteponen a nuestras diferencias. Este tipo de iniciativas son las que nos hacen ser optimistas respecto al futuro.


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