El 4 de agosto de 2020, el puerto de Beirut -principal pulmón económico del Líbano - fue el escenario de una misteriosa y apocalíptica doble explosión de 2 750 toneladas de nitrato de amonio que estaban almacenadas desde hacía seis años, en condiciones dudosas, en una de las bodegas de las instalaciones portuarias. Resultado del drama: más de 200 muertos, 6 000 heridos, miles de familias damnificadas, barrios enteros del antiguo Beirut totalmente destruidos. Las pérdidas materiales fueron evaluadas en 1700 millones de dólares por el Banco Mundial, la ONU y la Unión Europea.
Al día siguiente de la catástrofe, fiel a la privilegiada relación que mantiene tradicionalmente con Líbano desde hace siglos, Francia entró en acción para ayudar a la población. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, viajó a Beirut 48 horas después de la explosión y, durante una segunda visita, el 1 de septiembre, lanzó una iniciativa política para contribuir a salir de la crisis.
En ese contexto de movilización general, la Agence française de développement (AFD) intervino rápidamente para contribuir a superar esta crisis apoyándose en sus socios, en especial en las ONG locales.
Para la AFD el reto consistía, por una parte, en contribuir a la reconstrucción o a la rehabilitación de las viviendas, comercios y establecimientos dañados, por la otra, en dar apoyo a las personas desfavorecidas para permitirles superar las consecuencias del drama a nivel económico, humanitario y psicosocial.
Arthur Germond, director de la AFD en Líbano, indica al respecto que cerca de la mitad del volumen de ayuda proporcionado por la Agence française de
développement se dedicó a la salud, en paralelo a otros sectores vitales: “La explosión fue un revelador de las inmensas necesidades que existen en diferentes sectores”, precisa el director Germond que también destaca el papel clave de los distintos socios locales de la AFD, en particular por la experiencia que tienen, indispensable para determinar las necesidades más urgentes.
“#ONDITONFAIT”
Ante la amplitud de la catástrofe, la AFD planeó su acción en dos etapas:
La ayuda de emergencia
Con el fin de dar una respuesta inmediata, la AFD entró en acción al día siguiente de la explosión a través de socios que ya estaban presentes en el terreno. De esta manera, 5 millones de euros fueron reasignados a proyectos en curso, reorientados hacia acciones inmediatas destinadas a enfrentar las consecuencias de la catástrofe.

© UNICEF
Esta ayuda de emergencia permitió, en lo fundamental, contribuir al apoyo del CICR al Hospital Rafic Hariri, otorgar una ayuda a la Cruz Roja libanesa, contribuir al Programa Nacional de Salud Mental y proporcionar ayuda a cuatro ONG locales como respuesta a las necesidades inmediatas en salud y medios de existencia.
La acción de rehabilitación y de desarrollo
Una vez superado el primer choque, y después de otorgar esta ayuda de emergencia, la AFD asignó 20 millones de euros adicionales para apoyar a 11 nuevos proyectos elaborados por 25 asociaciones u ONG internacionales y organizaciones de la sociedad civil libanesa.
De esta manera, la AFD financió acciones de rehabilitación y de desarrollo destinadas a atender directamente a las poblaciones afectadas en cuatro sectores prioritarios definidos por Francia: salud y seguridad alimentaria; rehabilitación (viviendas y reciclaje); apoyo a la economía y a la sociedad civil; educación y formación profesional.
En paralelo, como parte de la respuesta de mediano plazo consecutiva a la explosión, la AFD contribuyó a otros financiamientos complementarios, en particular: el cofinanciamiento de tres proyectos a cargo de las ONG francesas, en cooperación con la Fondation de France (operación “Solidaridad Líbano”); el apoyo a la acción de expertos franceses que son parte de los grupos de trabajo del Banco Mundial centrados en la reconstrucción del puerto de Beirut; el otorgamiento de una ayuda a la Lebanon Funding Facility (LFF), creada por el Banco Mundial para ayudar a los libaneses en la reactivación socioeconómica del país después de la explosión y para preparar la reconstrucción del puerto así como la rehabilitación de los barrios destruidos.
BALANCE Y EVALUACIÓN
Un año después de la catástrofe, en términos de salud y de seguridad alimentaria, 19 175 personas pudieron acceder a una atención médica primaria y a una atención de salud mental, mientras que 3 447 personas recibieron canastas alimentarias, ayuda material o financiera directa.
En materia de rehabilitación de viviendas o de reciclaje, 659 viviendas fueron restauradas y 15 000 toneladas de escombros fueron recogidos y reciclados.
En lo relativo al apoyo a la economía, la acción de la AFD benefició a 468 pymes.
A nivel de educación y formación profesional, 660 personas recibieron capacitación y 29 escuelas fueron rehabilitadas.
En total, se estima que la acción de la AFD benefició a 35 587 personas.
Más precisamente, la ayuda otorgada por la Agence française de développement permitió rehabilitar el Hospital de la Quarantaine, sumamente dañado por la explosión ya que se sitúa muy cerca del lugar del drama.
“La generosa contribución de la AFD fue clave para la rehabilitación del hospital”, confirmó la encargada de comunicación de la Unicef, Blanche Baz, antes de precisar que el establecimiento hospitalario tiene previsto empezar a funcionar nuevamente a principios de 2022. Para entonces, tendrá la capacidad de atender a 500 000 pacientes, entre los cuales 150 000 niños, originarios de los barrios desfavorecidos. Cada año, el hospital también podrá realizar 2 000 hospitalizaciones de urgencia y atender 25 000 consultas de mujeres y de niños.
Por otra parte, Blanche Baz señala que el lanzamiento de las obras de rehabilitación del hospital se retrasó debido, en particular, a la pandemia de COVID-19 y a algunos procedimientos oficiales.
En el sector de la educación y de la formación profesional, el Instituto Europeo de Cooperación y de Desarrollo (IECD) rehabilitó cuatro escuelas técnicas en colaboración con su socio local, Semeurs d’Avenir (SDA), y gracias a la ayuda de la AFD.
Una acción común que también condujo a la creación de formaciones técnicas de corta duración para 80 jóvenes vulnerables (libaneses y refugiados) en los sectores necesarios a la reconstrucción como “la carpintería, la carpintería de obra, el trabajo de la cal, o bien el corte y confección”, indica el director del IECD en Líbano, Vianney Basse. El sistema de enseñanza que se aplica es el de la escuela-taller: “Los jóvenes son formados en el terreno, trabajando en una casa dañada, y de esta manera contribuyen directamente a la renovación del edificio”.

© IECD
En paralelo, el IECD organizó sesiones de asesoramiento para 40 microempresarios y efectuó obras de rehabilitación en unas 20 microempresas. Esos trabajos fueron efectuados por 50 jóvenes formados por el Instituto y por su socio local, con el apoyo de la AFD y de numerosas organizaciones locales e internacionales, en particular Arcenciel, Stand for Women, Mada, Khaddit Beirut, Care International, Alfanar.
El Instituto Europeo de Cooperación y de Desarrollo también recibió apoyo de la Dirección General de Enseñanza Técnica y Profesional (DGETP). Vianey Basse agrega que “se distribuyeron 375 computadoras a los profesores y estudiantes de ocho escuelas técnicas socias”.
El apoyo a las microempresas también fue parte central de la acción que llevo a cabo la asociación Shift Social Innovation Hub, gracias a la ayuda de la AFD. La responsable de la Comunicación de Shift, Iman Arja, destaca que actualmente la ONG brinda apoyo a 26 micro, pequeñas y medianas empresas afectadas por la explosión.
Se presta especial atención a las mujeres y a los jóvenes, y Shift otorga a esas empresas ayudas que representan entre 1 750 y 3 000 dólares, en forma de equipamiento o de material. “Por otra parte, la ONG impartirá formaciones en gestión de crisis o en asesoramiento a partir del mes de septiembre”, comentó Iman Arja.
Por su parte, la ONG local Arcenciel se implicó en otro tipo de acción: la recolección y el reciclaje de los residuos de vidrio. La responsable del departamento de relaciones exteriores de Arcenciel, Jana Nasr, explica que la explosión del 4 de agosto generó 15 000 toneladas de residuos de vidrio: “Ante este enorme problema de salud y medioambiental, Arcenciel lanzó a partir del 5 de agosto su iniciativa para reciclar esos residuos de vidrio”, destaca Jana Nasr. Y precisó que “también se llevaron a cabo pláticas con la AFD respecto a la posibilidad de financiar la recolección de esos residuos de vidrio y de reciclarlos”.

© Arcenciel
Ocho meses después de la explosión, 1 650 metros cuadrados de vidrio habían sido recolectados en el sector de la Quarantaine, es decir cerca de 15 000 toneladas, lo que constituye una amplia proporción de los residuos provocados por la explosión. “No se trataba únicamente de recoger los residuos: también hubo que guiar a las personas o a las empresas afectadas por la explosión para indicarles la mejor manera de reunir el vidrio tirado en el suelo”, comentó Jana Nasr.
Esta amplia acción, que se llevó a cabo en numerosos sectores, se complicó debido a una serie de problemas inherentes a la degradación de las condiciones de vida en distintos niveles: cortes frecuentes de electricidad y de internet; pandemia de COVID-19 y largos periodos de confinamiento; dificultades para el suministro de carburantes; importación de material y de equipamiento complicado debido a la fuerte depreciación de la moneda nacional; dificultad de coordinación entre las diferentes ONG, etc.

© NRC
En ese difícil contexto, la acción realizada después de la catástrofe del 4 de agosto de 2020 puso de relieve el apoyo constante de Francia y de la AFD a la población libanesa. Una acción intensa que ha sido posible gracias al papel clave de las ONG, de las asociaciones locales e internacionales y a la coordinación de todos esos actores en el terreno.