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Incremento de embarazos no deseados, estallido de violencias conyugales, fuerte empobrecimiento… La actual crisis sanitaria está generando un aumento de las desigualdades de género. ¿Qué soluciones pueden implementarse para contrarrestar esa tendencia? Respuesta con Mar Merita Blar, experta sobre el tema de género en la Agence Française de Développement.

Mar Merita Blat AFD

¿Cuáles son las consecuencias de la pandemia de Covid-19 sobre la desigualdad de género? 

Mar Merita Blat: Si lo vemos desde un punto de vista mundial, observamos que de manera cotidiana las mujeres están proporcionalmente más expuestas al virus que los hombres ya que representan 70% del personal en las actividades profesionales de carácter social y médico-social.

La crisis también tiene un impacto considerable en su acceso a la salud, en especial en su acceso a la salud sexual y reproductiva.

Además, en los países que optaron por el confinamiento, todavía son ellas las principales encargadas de las labores domésticas y familiares, lo cual aumenta su carga mental. El confinamiento también provocó un fuerte aumento de las violencias de género en las relaciones de pareja así como acentuó el sentimiento de inseguridad de las mujeres en el espacio público.

Por último, la crisis económica generada por el confinamiento está afectando más fuertemente a las mujeres porque son mayoría en los sectores más expuestos, como la industria hotelera, el comercio, el turismo y, sobre todo, en el empleo informal, el más amenazado por la actual coyuntura. 


¿Cuáles son los nuevos riesgos que plantea la actual crisis sanitaria para el acceso de las mujeres a la atención médica en todo el mundo?

Antes que nada, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos las mujeres acudirán sin dificultad a consultar un médico cuando se trata de la salud de sus hijos o de su pareja pero, en particular en las familias más pobres, siempre dejarán para lo último las consultas médicas que las conciernen, lo cual es precisamente lo que se observa con la actual crisis.

El segundo efecto negativo que se está produciendo es el deterioro importante en el seguimiento de la atención a embarazos y maternidades: en numerosos países, los servicios de urgencias y el sistema de atención general están saturados lo que provoca una interrupción en la atención a las mujeres embarazadas, que pasan a ser “prioridad secundaria”, lo cual es sumamente preocupante.

Los derechos sexuales y reproductivos también se ven especialmente amenazados, en particular el acceso al aborto. De acuerdo con un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), en función del tiempo que duren las medidas de confinamiento y según el grado de perturbaciones en el sector salud, de 13 a 51 millones de mujeres podrían carecer de métodos anticonceptivos debido al cierre de los centros de planeación familiar o a las penurias.

Esto podría provocar entre 7 y 15 millones de embarazos no deseados. Este fenómeno está íntimamente vinculado al aumento de las violencias de género en periodo de confinamiento.


¿Y su precarización económica?

La crisis mostró dos cosas: antes que nada, las mujeres son mayoritarias en esos empleos que, hasta la irrupción del virus en nuestras vidas, eran mal remunerados y poco valorizados socialmente pero que, al final, han resultado fundamentales -enfermeras, cajeras, personal de limpieza… Esperemos que la crisis que atravesamos permita realmente cambiar de paradigma, y esos empleos sean revalorizados, tanto simbólica como financieramente. En estas últimas semanas, se ha generado una verdadera concientización que ahora tendrá que traducirse en actos.

Si la crisis impacta más a la mujeres es también porque son mayoría en los sectores más afectados por el confinamiento: industria hotelera, turismo y comercio principalmente. Es por ello que las respuestas a la crisis económica deberán basarse en esta realidad social y favorecer enfoques que tomen en cuenta, por ejemplo, las estadísticas basadas en el género de manera que las soluciones adoptadas integren esta realidad de género.


También se confirma un recrudecimiento de las violencias familiares. ¿Qué soluciones existen para frenar ese fenómeno? 

Una primera solución consiste en reforzar los mecanismos de alerta ya existentes. Es la medida por la que optó Francia, que reforzó todos los  dispositivos telefónicos o digitales a disposición de las mujeres víctimas de violencias. Para el periodo de confinamiento creó un mecanismo de alerta especifico en las farmacias con un código, “masque 19”, en caso de la presencia del cónyuge en la farmacia. También se crearon “módulos de acompañamiento efímeros” en los centros comerciales.

Una segunda solución consiste en intervenir directamente en las violencias familiares: Francia también optó por esta posibilidad y creó un número de teléfono específico para recibir sus llamadas y atenderlas.

También pienso que, a largo plazo, para ser más eficientes, es fundamental que se pueda consolidar la coordinación de los diferentes actores jurídicos, sanitarios y médico-sociales implicados en la lucha contra las violencias de género.


¿Cómo se ha movilizado la comunidad internacional ante estas distintas amenazas?

Una primera reacción a estos retos fue la del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, que pidió a los Estados integrar el respeto a la igualdad de género en sus medidas destinadas a atender la crisis de Covid-19, ajustándose así a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los Estados han lanzado distintas iniciativas en ese sentido, como lo ha hecho Francia con los ejemplos relacionados con la lucha contra la violencia de género que acabamos de citar.


¿Cómo integra la AFD el problema de género en su respuesta a la crisis de Covid-19?

La iniciativa  “Salud en Común”, lanzada por la AFD en reacción a la urgencia de esta crisis, integra proyectos que se analizan siempre a través del prisma del género, conforme a la metodología fijada por el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE. Por otra parte, en reacción a la urgencia del Covid-19 se han modificado proyectos que se encontraban en proceso y se les ha integrado una nueva componente relativa al género. 

Se puede citar, en especial, un proyecto destinado a mejorar la salud de las poblaciones vulnerables en Benín que, a raíz de la crisis del coronavirus, desarrolló un nuevo eje de trabajo centrado en la prevención y la lucha contra las violencias de género, que corresponde a la oferta de atención médica integral y de calidad en cuidados obstétricos y neonatales de urgencia y de enfermedades no transmisibles.