Ahora que el planeta enfrenta desafíos ambientales sin precedente, los ecosistemas marinos, y en particular los ecosistemas costeros, como los manglares, praderas marinas y humedales intermareales, resultan aliados imprescindibles en la lucha contra el cambio climático gracias a su extraordinaria capacidad para secuestrar carbono. Estamos hablando del “carbono azul”. En efecto, el secuestro de carbono de esos ecosistemas puede ser hasta cuatro veces superior por unidad de superficie al de los bosques terrestres.
Un pilar en materia de secuestro de carbono y adaptación al cambio climático
Los ecosistemas de carbono azul no tienen como único interés su capacidad para secuestrar carbono. También tienen una función crucial en materia de adaptación al cambio climático. Al proteger las costas contra la erosión y las tempestades, constituyen una barrera natural que refuerza la resiliencia de los territorios litorales. Además, constituyen reservorios de biodiversidad que albergan una gran variedad de especies marinas y proporcionan recursos alimentarios vitales a las poblaciones costeras.
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A pesar de su importancia, los ecosistemas costeros se encuentran en serio peligro debido a las presiones antrópicas. La urbanización, la contaminación, la acuacultura y los efectos del cambio climático contribuyen a su rápida degradación. La situación resulta más que alarmante: durante los últimos 50 años, se han perdido del 20 al 50 % de esos ecosistemas, y esta tendencia continúa
¿Por qué una Facilidad para el carbono azul?
En numerosos países, todavía no existen las condiciones necesarias para conservar los ecosistemas de carbono azul. A menudo, estos ecosistemas son mal conocidos y no existen estrategias o reglamentaciones adaptadas para protegerlos. Además, sus necesidades de financiamiento son importantes y las opciones para atenderlas limitadas. Por consiguiente, el potencial de esos ecosistemas en materia de secuestro de carbono aún está ampliamente desaprovechado.
En ese contexto, la Facilidad carbono azul de la AFD se enfoca en crear condiciones sostenibles para la conservación de esos ecosistemas. Para ello, se concentra en tres ejes principales que Emmanuel Baudran, director ejecutivo adjunto de las soluciones de desarrollo sostenible, explica a la AFD: “La primera prioridad de esta iniciativa consiste en fortalecer los conocimientos sobre los ecosistemas costeros: lo cual implica realizar el inventario, la cartografía y el análisis de las dinámicas de degradación, con el fin de entender mejor sus funciones y las amenazas a las que están expuestos. La segunda prioridad consiste en integrar esos ecosistemas de carbono azul en las estrategias de preservación de la biodiversidad y de lucha contra el cambio climático, tanto a nivel nacional como internacional. Por último, la tercera prioridad consiste en probar nuevos mecanismos de financiamiento, como los créditos carbono, para impulsar la conservación y restauración de esos importantes ecosistemas”.
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¿Qué función desempeñará la AFD?
La Agence française de développement (AFD) se encargará de la implementación de esas actividades, sea como gestora directa del proyecto, o delegando su actividad a ONG o institutos de investigación. Se han identificado alrededor de quince países beneficiarios en función de sus necesidades, entre los cuales está Costa Rica. Con este país se va a intensificar la colaboración ya iniciada con el Fondo Francés para el Medio Ambiente Mundial (FFEM) a través del proyecto de Iniciativa manglares.
“El objetivo es ofrecer una respuesta específica a las necesidades de fortalecimiento de las capacidades de nuestros interlocutores, en un sector crucial para las trayectorias climáticas y la salvaguarda de la biodiversidad. ¡Esta facilidad asumirá una función de catalizador y acelerador!”, concluyó Emmanuel Baudran.
Este proyecto forma parte de los objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad y de la dinámica iniciada por la AFD sobre el carbono azul desde la Cumbre sobre los Océanos de Brest en 2022. Está destinado a ser un proyecto emblemático con miras a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC) de Niza, en junio de 2025 (UNOC-3). Asimismo, permitirá continuar con la experimentación de nuevos mecanismos de financiamiento, en especial de los créditos carbono.