Es la primera vez que la ONU organiza una cumbre sobre la biodiversidad en margen de su asamblea general. ¿Cuáles son las expectativas?
Gilles Kleitz: Se trata de un movimiento a favor de la biodiversidad y a un nivel jamás vistos. Alrededor de sesenta jefes de Estado y de gobierno se han comprometido a hacer todo lo posible para invertir la curva de erosión de la biodiversidad de aquí a 2030. En efecto, estamos destruyendo ecosistemas que nos son benéficos, con el riesgo de quedarnos con tierras que ya no podremos cultivar, con bosques destruidos, con océanos sin peces de consumo y con cuencas hidrográficas que ya no nos proporcionarán agua dulce utilizable.
De acuerdo con estimaciones del Foro Económico Mundial, dadas a conocer en enero de 2020, la mitad de la actividad económica mundial depende directamente del estado de los ecosistemas. A pesar de ello, no tomamos en cuenta el costo medioambiental de nuestras economías, de nuestros presupuestos, de nuestras riquezas… Actualmente, el reto reside en transformar la economía mundial en una economía favorable a la naturaleza, que se implique en el mantenimiento de los ecosistemas y los consolide. Si se efectuaran importantes transformaciones en materia de igualdad y de regulación de la economía, bastaría con invertir 1% del PIB mundial en el mantenimiento de la biósfera para alcanzar ese objetivo.
En la actualidad, destinamos apenas 0.1% del PIB mundial para retribuir la generosidad del planeta. Lo que hacemos no es particularmente ineficiente, es tan sólo terriblemente insuficiente… Todos los actores de la economía deben contribuir al mantenimiento de los ecosistemas.
Europa muestra cierto liderazgo en la materia. Es la única, junto con Francia y con el Reino Unido, que integra objetivos climáticos y de biodiversidad significativos en su plan de reactivación post Covid. Cabe esperar que la AG de las Naciones Unidas incite a esos grandes países emergentes, hoy reticentes, como Brasil, a unirse al movimiento. No ganaremos en lo inmediato, pero la idea es crear un movimiento, una movilización que termine siendo algo general.
En paralelo a esta cumbre, ¿existen otros avances a favor de la biodiversidad a nivel internacional?
Actualmente, están surgiendo numerosas iniciativas. Por ejemplo, el banco HSBC ha manifestado su voluntad de crear el mayor fondo de inversión existente enfocado en una economía favorable a la naturaleza. Asimismo, más de 550 empresas de importancia han optado recientemente por orientar su trayectoria hacia la disminución de su huella ecológica de aquí a 2030… También se ha instalado una Task Force sobre la publicación de riesgos relacionados con la naturaleza en el sector financiero (Taskforce on Nature-related Financial Disclosures, TNFD) que cuenta con la participación de 60 actores públicos y privados muy diversos como Axa, E&Y, Yes Bank, el Banco Mundial y la AFD.
Estaba previsto que esas iniciativas se integraran en un calendario internacional planeado hasta finales de 2020, entre el Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la COP15 de la Convención sobre la Diversidad Biológica en Kunming (China), la COP26 sobre el clima. Todas estas citas fueron aplazadas hasta 2021. Hoy, tenemos una agenda fluctuante. No obstante, una cumbre One Planet centrada en el tema de la biodiversidad está prevista para el próximo mes de enero.
La cumbre de los bancos públicos de desarrollo Finanzas en Común, organizada del 10 al 12 de noviembre próximos durante el Foro de París sobre la Paz, también abordará los desafíos climáticos, de biodiversidad y, en general, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
¿Cómo se moviliza la AFD ?
El financiamiento de la protección de los ecosistemas es un tema prioritario. Por ejemplo, con la TNFD trabajamos en la elaboración de guías que permitan calcular la huella ecológica de las inversiones del sector financiero, de manera que los actores puedan evaluar de manera óptima los riesgos a los que se exponen.
También estamos orientando nuestros financiamientos climáticos para que coincidan con los de biodiversidad. El objetivo de aquí a 2025 es que 30 por ciento del financiamiento climático de la AFD conlleve beneficios en términos de biodiversidad y soluciones basadas en la naturaleza. De esta manera, esperamos mostrar el camino a seguir a los demás bancos de desarrollo.
En 2019 dedicamos 457 millones de euros a la biodiversidad mundial. Estimamos que en 2020 invertiremos más de 530 millones de euros. Este año, respaldamos un programa innovador centrado en la defensa de la selva amazónica y en la agricultura sostenible – TerrAmaz –, así como un proyecto en el Océano Índico focalizado en restaurar ecosistemas vitales para la población. Además, dedicamos 1000 millones de euros a una iniciativa centrada en agroecología y desarrollo rural resiliente al cambio climático en la región del Gran Sahel. Fomentará las soluciones basadas en la naturaleza y los sectores verdes.