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Résolution ONU Femmes paix sécurité
El 30 de octubre del 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad. Esta resolución reconoce el impacto de los conflictos armados sobre las mujeres y las niñas, y lucha por su protección y su plena participación en los acuerdos de paz. Veinte años más tarde, presentamos los perfiles de cuatro mujeres que contribuyen, cada una a su manera, a cambiar la situación sobre estos temas.

Las mujeres constituyen la mitad de la humanidad. A pesar de avances destacados, su participación en la toma de decisiones es todavía mínima, en especial en lo que toca a la resolución de conflictos. ¿Cómo lograr que la situación cambie? Es lo que preguntamos a cuatro mujeres de acción que, a su nivel, luchan en el terreno por este cambio.

Y cada una de ellas nos dio la misma respuesta: es necesario escuchar y que se escuche la voz de las mujeres. Más y mejor. “Con pedagogía” y “valorando sus discursos”, como lo recomienda la periodista Aïssata Sankara. “Protegiendo y apoyando su voz”, reitera Dorothée Gandia, enfermera en el Hospital L’Amitié de Bangui. Por su parte, la militante por la paz entre las comunidades libanesas, Sarah Al-Charif, sugiere que se brinde ayuda a las mujeres para emanciparse. Catherine Bonnaud, Directora de la región Medio-Oriente de la AFD, exhorta a las mujeres a tener “confianza en sí mismas” y “la fuerza de voluntad para ser actoras del cambio”

En todos los casos, una generación de mujeres líderes no va a surgir de manera espontánea. La educación es primordial para “cambiar las mentalidades, dar confianza a las niñas, proponerles modelos”, asegura Catherine Bonnaud. A imagen y semejanza de estas cuatro mujeres que son una inspiración.

Sarah-Al-CharifSarah Al-Charif – "quiero reunir a la gente”

En 2012, Sarah Al-Charif fundó la sección libanesa de la asociación Ruwwad al-Tanmiya. Objetivos: ayudar a las jóvenes y a las mujeres a emanciparse por medio de los estudios y del trabajo.

Los estudios de Sarah Al-Sharif la destinaban a trabajar en el sector de las finanzas. Pero hacer dinero, no era suficiente para ella. Con su diploma en mano, buscó una actividad de impacto social. En Tripoli (Líbano), su ciudad natal, se instaló en un edificio situado en la calle que marca la separación entre los barrios sunitas y alauitas y creó un espacio de encuentro para los jóvenes. En aquella época, los enfrentamientos entre las dos comunidades eran muy importantes. No obstante, “no se trata de lanzarse en un proceso de solución del conflicto, sino de reunir a la gente”, advierte la joven mujer. Sarah Al-Sharif adaptó al lugar un modelo ideado por la ONG Ruwwad al-Tanmiya y creó la sección libanesa  que desde entonces dirige. El principio: financiar la escolaridad de estudiantes sin recursos. A cambio, los jóvenes deben dedicar cuatro horas a la semana a trabajar como voluntarios en beneficio de la comunidad local, en proyectos educativos o de apoyo para el empoderamiento y la emancipación de las mujeres.

Cocina comunitaria 

Si Sarah Al-Charif cree en la juventud, también enfoca su trabajo en las mujeres. “En tiempos de conflicto, son ellas las que mantienen a la familia y a la comunidad, cuando los hombres están en el frente de batalla, se encuentran en prisión, o bien están lesionados”. De ahí la importancia de brindarles apoyo en sus proyectos de actividades económicas. En 2014, Ruwwad Liban lanza una cocina comunitaria “que reúne a mujeres de las dos comunidades para cocinar juntas”. Esta empresa social ha creado alrededor de veinte empleos y ha capacitado a más de 500 mujeres. Al cabo de dos años de actividad, genera ingresos que contribuyen a financiar la escolaridad de los estudiantes. “Esta cocina permite el empoderamiento de las mujeres, su emancipación financiera y facilita la educación en las familias. Finalmente, esto les permite llevar a cabo sus sueños”, dice con entusiasmo Sarah Al-Charif. Misión cumplida.
 

DorothéeDorothée Gandia – "ayudar a las mujeres víctimas de violencias a encontrar la paz”

Ante el flagelo de las violencias sexuales en tiempos de conflicto, Dorothée Gandia, enfermera en la República  Centroafricana se ha especializado en la ayuda holística a las víctimas. En 20 años de carrera, de los cuales los últimos cuatro en el Centro Hospitalario Universitario de la Amistad Sino-centroafricana de Bangui (República Centroafricana), esta profesional de la salud ha atendido el parto de miles de mujeres. Sin embargo, los conflictos que afectan al país desde hace varias décadas impulsaron a esta enfermera especializada en atención materno infantil a ocuparse de aspecto más oscuros de la salud de sus pacientes: los estragos provocados por las violaciones de guerra. 

“Muchas mujeres padecen angustia, depresión o stress post traumático”, explica Dorothée Gandia. “En ocasiones son estigmatizadas e incluso victimas de rechazo familiar o de su comunidad”, precisa. “Las víctimas dudan en pedir ayuda, pues no siempre existen servicios adecuados. En cuanto a los autores, rara vez son castigados. En la mayoría de los casos, las mujeres son simplemente abandonadas a su suerte”.


Asistencia médica, psicológica, jurídica y social 
 

En 2017, el Hospital de la Amistad decidió contribuir al proyecto “Nengo” (dignidad) con la creación de una sección única para las víctimas de violencias sexuales y de género. El proyecto Nengo es un proyecto de consorcio financiado por la Agence Française de Développement (AFD) y creado por cuatro socios: la Fundación Pierre Fabre, el Instituto Francófono para la Justicia y la Democracia, la Fundación Panzi en la República Democrática del Congo y la Fundación Dr Denis Mukwege. Este modelo que ya ha sido llevado a la práctica en Bukavu, en la República Democrática del Congo, se basa en una atención médica, psicológica, jurídica y socioeconómica.

En 2020, Dorothée Gandia se capacitó en este tipo de asistencia holística: “Ahora, me siento mejor y más fuerte”, asegura. Mejor preparada para luchar junto a estas mujeres. Su trabajo: recibir, orientar y asistir a las siete a diez víctimas que recibe, en promedio, cada día en el “one-stop-center” de Bangui. De acuerdo con el procedimiento de atención centrado en la víctima, las mujeres son partícipes de este trabajo. “No trabajamos a favor de estas personas, sino con ellas, para que sean ellas mismas actoras”, insiste la enfermera. El objetivo es “permitir que esas sobrevivientes continúen llevando una vida satisfactoria a pesar de las violencias. Hacemos todo lo posible para dar seguridad a las víctimas y que encuentren la paz”.
 

AïssataAïssata Sankara – "mi combate: ejercer mi profesión"

La periodista burkinesa, Aïssata Sankara, quiere mejorar la representación de la mujer en los medios de comunicación y favorecer su acceso a la información. Y ello a pesar de los problemas de seguridad que existen en algunos territorios del Sahel. 

“Para mí es importante dar a escuchar la voz de las mujeres" . Las palabras de Aïssata Sankara, que habla con un tono seguro y grave, suenan como un mantra. La periodista independiente, que empezó su carrera en la televisión, quiere motivar a las mujeres a trabajar detrás de la cámara, como periodistas, pero también delante de las cámaras como expertas. En Burkina Faso, ambos casos son poco comunes: “Cuando se les da la palabra es en calidad de víctimas o bien para hablar sobre educación, sobre la familia… Y en las redacciones de los medios apenas 25% de los periodistas son mujeres”.

Para impulsar el cambio, Aïssata Sankara cree en un “enfoque adaptado”. “Es necesario valorar la palabra de esas mujeres, motivarlas. No tienen costumbre de hablar fuera de sus casas”.
 

« Jóvenes Wakat » 

Ella toma la palabra pero también la da. Ser mujer periodista en esta región gangrenada por el terrorismo es algo difícil. “Algunas zonas del Sahel son demasiado peligrosas. Algunos temas están proscritos”, lamenta. Abordarlos es exponerse a amenazas. Pero la periodista no se quiere dar por vencida: “Mi lucha consiste en seguir ejerciendo mi profesión, y en defender un periodismo con el que todo individuo pueda identificarse”. Con esta ambición participa en los programas difundidos por “Jóvenes Wakat” (el tiempo de los jóvenes), un programa radiofónico destinado a los jóvenes de 15 a 35 años, en donde cuida que “todos los temas tomen en cuenta el género”.

Este programa, que es transmitido por alrededor de 30 estaciones de radio, en varias lenguas locales, trata de temas que conciernen a los jóvenes, incluyendo los más tabús como la escisión o los matrimonios precoces. No de manera frontal, sino abordando los temas a través de la salud, por ejemplo. ‘Es más sutil, permite que los jóvenes reflexionen por sí mismos", explica la reportera. Cuestión de enfoque.

CatherineCatherine Bonnaud – "es necesario invertir en la educación”

Catherine Bonnaud, que trabaja desde hace 15 años en la AFD, acaba de ser nombrada Directora de la región Medio Oriente. Cree que el cambio se dará con la emergencia de las mujeres líderes del futuro. 

Catherine Bonnaud admiraba a su abuela, abogada y aventurera. Un día, su abuela le dijo: “No dejes que nada te detenga en la vida”. No hay duda de que siguió el consejo… A nivel de sus estudios (medicina, salud pública, comercio y gestión, estadística, geopolítica del Medio Oriente), o de sus resultados profesionales, su trayectoria es excepcional. 

Catherine Bonnaud ha trabajado en Francia y en varios países de África como médico clínico y en misiones de salud pública para el Ministerio de Asuntos Exteriores. En 2006 se integró a la AFD en donde ha ocupado varios puestos relacionados con la salud pública y el desarrollo. Después de siete años en calidad de Directora de Agencia en Cotonú y luego en Jerusalén, acaba de ser nombrada Directora de la Región Medio Oriente.

Política de pequeños pasos   

Su caballito de batalla es la causa a favor de las mujeres, “todavía tan poco visibles”. Un ejemplo entre otros: en las escuelas de la región, es raro que se piense en tener baños para las niñas -no obstante ser algo indispensable para su escolaridad– o bien en poner a disposición protecciones higiénicas para las situaciones de urgencia. Los cambios sociales de fondo tardan en producirse. Y hay numerosos frenos: el peso de 4 000 años de historia, como se lo recuerda una participante durante una conferencia celebrada en la Universidad Al Azhar (Egipto) sobre el lugar que ocupan las mujeres en el desarrollo económico… Por eso preconiza una política de pequeños pasos.

¿Cómo lograr que la situación cambie? Desde luego hay que evitar el recurrir a principios culturales occidentales predeterminados. Según Catherine Bonnaud, si bien hay que seguir imponiendo la paridad en los comités de gestión de los proyectos e implicando a las mujeres en las decisiones, también es necesario prestar una especial atención a sus necesidades específicas. Y sobre todo, es necesario promover a la educación como un instrumento de emancipación capaz de impulsar la emergencia de mujeres líderes en Medio Oriente. “Son ellas, las que mañana propiciarán el cambio”.