
Ecuador


- Reforzar el acceso al agua potable y al saneamiento
- Garantizar una educación de calidad para todos
- Reconstruir después del seísmo
- Desarrollar una energía más fiable y más verde
- Favorecer el desarrollo urbano sostenible
- Respaldar la acción de la sociedad civil
Reforzar el acceso al agua potable y al saneamiento
Garantizar una educación de calidad para todos
Reconstruir después del seísmo
Desarrollar una energía más fiable y más verde
Favorecer el desarrollo urbano sostenible
Respaldar la acción de la sociedad civil
Situado entre Colombia, Perú y el Pacífico, Ecuador fue uno de los países más dinámicos de América Latina hasta 2014, con un crecimiento económico sostenido gracias a inversiones públicas financiadas por los ingresos del petróleo. La dolarización de su economía, en el año 2000, permitió al país lograr una estabilidad macroeconómica y emprender una transformación estructural caracterizada por el dinamismo de la acción pública, tanto en el sector de las infraestructuras -en particular energéticas, para reducir su dependencia petrolera- como en los sectores social, educativo y de la salud.
No obstante, esos avances se ven hoy amenazados por la baja en los precios del petróleo y la cotización del dólar estadunidense. El poderoso terremoto que se produjo en abril de 2016 también agravó la situación. El país enfrenta grandes desafíos, en especial en los sectores del agua y del saneamiento, de la educación, la agricultura, la igualdad de género, o en la lucha contra el cambio climático.
Ecuador, que cuenta con un patrimonio natural excepcional, es uno de los puntos calientes (hotspots) de la biodiversidad mundial. Una riqueza que debe proteger: la Constitución de 2008 reconoce derechos a la naturaleza a través del concepto de “buen vivir”, hace énfasis en opciones de desarrollo en convivencia armónica con el medio ambiente, en la participación ciudadana y en un reparto equitativo de la riqueza.
Presente desde 2015 en Ecuador, la AFD ha otorgado financiamientos por 560 millones de dólares a través de siete préstamos destinados a entidades públicas en los sectores del agua, del saneamiento, de la energía, de la reconstrucción post-sísmica, de la educación y de los transportes. También atribuyó 10 millones de euros en forma de subvenciones LAIF de la Unión Europea. Además, en forma excepcional, intervino en 2016 para atender urgencias generadas por el terremoto.