En el marco del Acuerdo de París, Argentina se comprometió a reducir notablemente sus emisiones de gases de efecto invernadero: por debajo 349 MtCO2 para 2030. Para lograrlo, necesita aumentar la proporción de energías renovables en su mix energético y hacer frente a un gran obstáculo: la inestabilidad del sector bancario del país y del sistema financiero en su conjunto.
En Argentina, tratar de diversificar el mix energético
Con el apoyo de la AFD, el Banco Argentino de Desarrollo (BICE) respalda iniciativas de transición energética y de desarrollo de energías sostenibles, como los tres proyectos que se destacan en el video:
• la planta de biogás Pacuca Bio Energía
• la planta solar Ullum IV, de Sidersa
• la planta de biogás ENRECO
En este país, donde la AFD opera desde 2017, prima el enfoque de la eficiencia energética. Y es que, en un contexto de fuerte caída de las subvenciones públicas a la energía, hay que pensar en formas más sostenibles de consumir energía. « El bajo coste de la electricidad hacía que el aire acondicionado y la calefacción se utilizaran a veces de forma sistemática, y aún hoy sigue habiendo un gran número de fugas de calor en el país », explica Tomás Le Louarn, responsable de proyectos en Argentina.
La línea de crédito de 50 millones de euros concedida al BICE le ha permitido financiar siete proyectos energéticos.
La planta de biogás de Pacuca Bio Energía, en la provincia de Buenos Aires, abastece ya a casi 3000 hogares argentinos. La ayuda de la AFD cubrió el 70 % del coste de construcción de la central.
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El proyecto del parque solar Ullum IV en San Juan, en el norte de Argentina, es otro de los elegidos por el BICE. « Este parque fotovoltaico produce energía limpia que se vierte a la red, lo que nos permite diversificar nuestro mix energético », explica Lucrecia Payer, responsable de comunicación de la empresa. Aunque el país tiene un gran potencial en el ámbito de las energías renovables, aún no se están aprovechando plenamente. « Este tipo de energía es muy respetuosa con el medio ambiente, sobre todo en zonas desérticas como esta », añade Orlando Bustos, responsable del parque solar, que actualmente suministra electricidad a más de 14 000 hogares argentinos.
Gracias a la planta de biogás de ENRECO, « utilizar los residuos de la explotación para producir energía los hace 100 % sostenibles, porque dejan de ser residuos y se transforman en materia prima », afirma su presidenta, Cecilia Debenedetti. Así pues, el dinero invertido ha permitido que esta explotación se base exclusivamente en la economía circular, al tiempo se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Uno de los obstáculos a esta transición energética sigue siendo el transporte de la energía. Según Tomás Le Louarn, « Argentina tiene un gran potencial local de energías renovables, en el que debemos seguir invirtiendo, pero la red nacional no tiene capacidad para absorber toda la energía generada ». Para poder distribuirla a las ciudades, la AFD firmó en 2023 un préstamo para financiar la construcción de líneas de media tensión en un país con una superficie de más de 2.7 millones de km2.
En América Latina, situaciones dispares pero desafíos comunes
« La situación varía mucho dentro del continente americano », explica Fernando Cevallos, jefe del equipo de proyectos energéticos en los Andes para la AFD. De hecho, a pesar de que el mix energético es cada vez más ecológico, sigue habiendo una gran dependencia de los combustibles fósiles. Por lo tanto, uno de los retos de la AFD es apoyar esta transición energética asegurándose de que esta no se produzca a expensas de las poblaciones locales.
En Colombia, por ejemplo, la AFD lanzó el programa Gemmes que presta asistencia técnica a varios ministerios para cuantificar el impacto de la transición energética en la población. « La idea es apoyar a los 'perdedores' de esta transición para que puedan adaptarse y para que los beneficios se repartan mejor », continúa Fernando Cevallos. Y aunque el acceso a la electricidad parece casi universal en América Latina, sigue habiendo focos de pobreza energética.
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Muchos proyectos de energías renovables ya financiados en el continente
« La estrategia de energía verde de la AFD se basa en tres pilares: la eficiencia energética, el acceso universal a la electricidad y un suministro eléctrico moderno y bajo en carbono », añade Fernando Cevallos. En México, por ejemplo, la AFD apoya la transición energética del país gracias a un acuerdo con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Desde 2022, se ha prestado apoyo a la reforma energética a través de programas de cooperación técnica, para que México pueda alcanzar sus objetivos de producción de electricidad baja en carbono –esto es, el 50 % de energía limpia en su producción total de electricidad para 2050– y, al mismo tiempo, combatir la pobreza energética.
En Bolivia, la AFD cofinanció con 60 millones de euros la construcción de la central fotovoltaica de Oruro, la primera central de producción eléctrica del país, que supera las expectativas de los expertos en cuanto a rendimiento. En un continente que « se ha quedado rezagado en el ámbito de la energía solar y eólica, ya que la hidroelectricidad es la fuente de energía renovable predominante », según el jefe del equipo de proyectos, la AFD está implementando una estrategia de inversión centrada en estas dos fuentes de energía clave.
La eficiencia energética es un tema clave también en otros proyectos de la AFD, como el llevado a cabo en las Islas Galápagos. En este archipiélago al oeste de Ecuador la AFD cofinancia el proyecto Euroclima, un proyecto de edificios sostenibles en el que la transferencia de conocimientos ha permitido construir infraestructuras resistentes al cambio climático.
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