EL ÁRBOL QUE NO DEJA VER EL BOSQUE
"Gran extensión de terreno poblado de árboles". La definición de “bosque” en el diccionario parece haber quedado obsoleta, teniendo en cuenta que la ciencia no cesa de desvelarnos sus increíbles facetas. El bosque, un complejo ecosistema de mamíferos, aves, insectos, plantas, hongos, microorganismos subterráneos, materia orgánica, agua y gas, no puede reducirse obviamente a un grupo de troncos que se erigen orgullosamente hacia el cielo. “El bosque es un conjunto de árboles que ha crecido espontáneamente”, según la bonita descripción de Francis Hallé, botánico y biólogo especializado en bosques tropicales. Y quizás mucho más...
Los bosques son actualmente nuestro mejor aliado frente al cambio climático, ya que absorben casi 2000 millones de toneladas de CO2 al año, es decir, el 5 % de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. También lo son frente al declive de las especies, ya que albergan casi el 80 % de la biodiversidad de la Tierra. Pero el bosque tiene otras virtudes: desempeña un importante papel en la purificación del agua dulce, la producción de oxígeno y el suministro de madera, alimentos y otros servicios a casi 1600 millones de personas.
En 2023, en un momento de emergencia ecológica, esta reserva de vida y carbono está siendo atacada por todos los frentes. La expansión de los cultivos agrícolas y la ganadería, los grandes proyectos de construcción, la tala insostenible, el calentamiento global... Entre 1990 y 2015, los bosques del mundo se redujeron en 130 millones de hectáreas, el doble de la superficie de Francia, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Desde 2010, la deforestación incluso se ha acelerado, sobre todo en Sudamérica y África. "Si seguimos al ritmo actual, a finales de este siglo ya no habrá bosque tropical”, advierte Gilles Boeuf, biólogo y profesor de la Universidad de la Sorbona.
Como los extintos habitantes de la Isla de Pascua, estamos serruchando la rama en la que estamos sentados, con el riesgo de exacerbar la pérdida de biodiversidad, intensificar los desajustes climáticos y liberar nuevas enfermedades potencialmente devastadoras...
Detener la tala de árboles en cada uno de los rincones del planeta parece imposible ahora mismo. ¿Pero por qué no hacer todo lo posible por que esta sea más responsable y sostenible para los ecosistemas? Este es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas: “Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad”. Un objetivo que comparte la AFD, que lleva más de 30 años apoyando decenas de proyectos destinados a implantar una gestión forestal responsable en la cuenca del Congo, implicando al máximo a las poblaciones locales e indígenas.
Ante tales retos, no hay soluciones sencillas. Pero si no cuidamos la naturaleza, el árbol que no nos deja ver el bosque, ya no tendrá nada que tapar.