Comparte la pagina
Las mujeres, actoras imprescindibles de la paz y de la seguridad
Publicado el

Con motivo del 25 aniversario de la adopción de la resolución 1325 «Mujeres, Paz y Seguridad» por la ONU, la AFD da la palabra a cuatro de sus socias, comprometidas con la defensa de los derechos de las mujeres en las zonas de conflicto.
«Hoy en día es mucho más difícil apoyar los procesos de participación y de liderazgo de las mujeres», es la constatación de Cristina Giron Fuelantala, con respecto a los procesos de resolución de conflictos. La presidenta de la asociación Red Departamental de Mujeres en Colombia añade: «La cooperación ha sido un actor clave para promover la integración del enfoque de género en las instituciones públicas, pero con los recortes presupuestarios, todo se ha complicado ahora».
Y eso que el 31 de octubre de 2000, el Consejo de seguridad de las Naciones unidas adoptó la resolución 1325 sobre las mujeres, la paz y la seguridad. Por primera vez, se reconocían las consecuencias desproporcionadas de los conflictos armados sobre las mujeres y las niñas, y la importancia de su plena participación en los procesos de paz.
Pero desde entonces, los conflictos armados se han multiplicado: en Ucrania, en Oriente Próximo, en el Sahel, en Sudán e incluso en Colombia... En un contexto de mayores tensiones geopolíticas, numerosos Estados priorizan hoy en día políticas centradas en la seguridad y en la defensa, en detrimento de la solidaridad y de la cooperación internacionales, como lo ilustra la supresión de la agencia USAID en Estados Unidos. En todas partes, las mujeres y las niñas siguen siendo víctimas de la violencia, incluyendo la sexual. Sus voces se quedan marginadas en los espacios de decisión, haciendo que la aplicación de la resolución 1325 sea más necesaria que nunca.
Una palanca para dar voz a las mujeres
«Las organizaciones feministas han utilizado la resolución 1325 como una palanca para reforzar sus posiciones, hacer que se oigan sus voces y convencer al Estado iraquí de la importancia de adoptar un plan de acción nacional», afirma Suzan Aref, directora de la Women Empowerment Organization –o «La organización para el empoderamiento de las mujeres», creada en el 2004 en el Kurdistán iraquí, es decir, un año después de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. Figura imprescindible del proceso, ella contribuyó ampliamente a la adopción del Plan de acción nacional en Irak, el primero del Oriente Medio. Coordinó el grupo de trabajo intersectorial encargado de su implementación entre el 2014 y el 2019, y llevó la voz de las mujeres iraquíes ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
En la República Democrática del Congo, Julienne Lusenge, directora del Fonds pour les femmes congolaises (FFC) –o «Fondo para las Mujeres Congolesas», galardonada con el Premio de derechos humanos de las Naciones Unidas en el 2023, subraya que la resolución 1325 ha tenido un impacto transformador en la participación de las mujeres en los procesos de paz y en su búsqueda de justicia. El FFC, entre otras cosas, tradujo la resolución al suajili para hacerla accesible a las mujeres del Este de la RDC, permitiendo así que poblaciones a menudo marginadas se apropiasen el plan de acción nacional: «La resolución refuerza nuestra capacidad para exigir justicia para las supervivientes y reivindicar un rol activo en la reconstrucción de nuestro país».
En Colombia, la resolución ha sido fundamental en el proceso de paz, como señala Cristina Giron Fuelantala: «Es precisamente la Resolución 1325 la que apoya y refuerza esta posibilidad para las mujeres de seguir siendo gestoras y promotoras de la paz, garantizando que nuestras voces, nuestros intereses y nuestras necesidades sean escuchados y tenidos en cuenta en las acciones del gobierno. Es la única manera de garantizar procesos de paz inclusivos, duraderos y que tengan en cuenta la dimensión de género».
A pesar de los esfuerzos considerables desplegados en Colombia, la persistencia de las desigualdades patriarcales sigue frenando el compromiso femenino: «Las amenazas contra las mujeres líderes no sólo pesan sobre su integridad física, sino que se extienden a sus familias, incluyendo sus hijas y sus hijos. Es uno de los principales factores que hacen que muchas mujeres se alejen de los procesos de liderazgo. Además, persisten comportamientos profundamente patriarcales, como la violencia sexual contra nuestros cuerpos, que sigue siendo ejercida con fuerza en diversos territorios», señala Cristina Giron Fuelantala.
La solidaridad de las redes frente a los obstáculos
A escala regional, reforzar las redes de asociaciones feministas constituye una palanca esencial frente a los obstáculos encontrados. En África Central, la AFD ha apoyado una iniciativa impulsada por tres organizaciones locales: el Fonds pour les femmes congolaises –o «El Fondo para las mujeres congoleñas» (RDC), l’Association de lutte contre les violences faites aux femmes –o «Asociación de lucha contra la violencia que sufren las mujeres» (Camerún) y Women Act for Living Together –o «Mujeres que actúan por la convivencia» (República Centroafricana). Este apoyo ha consolidado sus capacidades y ha permitido la creación de un mecanismo regional que favorece la cooperación y la integración en redes. Estas alianzas facilitan el intercambio de estrategias, la mutualización de los recursos y de las buenas prácticas, así como tener una voz común en las negociaciones de paz.
Esta constatación la comparten desde en el Oriente Medio hasta en América Latina, pasando por África Central. En Irak, Suzan Aref señala que: «Cuando las organizaciones de mujeres reciben financiamientos, refuerzan la capacidad de las redes de la sociedad civil para difundir los conocimientos, desde las grandes estructuras hasta las organizaciones de base».
En este contexto, es esencial reforzar la solidaridad internacional y mantener el apoyo de los socios internacionales. Como recuerda Julienne Lusenge: «El apoyo de socios como la AFD es crucial: nos permite reforzar nuestras organizaciones, acompañar a las supervivientes y apoyar el empoderamiento económico de las mujeres. Gracias a este apoyo duradero y flexible, nuestra acción gana en visibilidad y en peso en los espacios de decisión, y puede traducirse en cambios estructurales para la paz y la reconstrucción».
Del terreno a las esferas de decisión
Por lo tanto, es indispensable seguir apoyando a las mujeres sobre el terreno para que puedan desempeñar un rol de dirigentes dentro de su comunidad. «En los territorios más afectados por el conflicto armado, las mujeres han asumido el liderazgo de los procesos de reconstrucción, tanto a nivel individual como colectivo. Son ellas las que favorecen los espacios de curación personal y comunitaria, considerados como indispensables para la preservación de la paz» subraya Cristina Giron Fuelantala.
Los avances realizados sobre el terreno también se deben reflejar en las esferas de toma de decisiones. Como enfatiza Julienne Lusenge: «Somos mediadoras, constructoras de resiliencia y portavoces de nuestras comunidades. Sin embargo, en los espacios de decisión nacionales e internacionales, nuestra presencia sigue siendo demasiado limitada. Apelo a la solidaridad de las mujeres y de los financiadores para que nuestras iniciativas puedan recibir un apoyo duradero».
La participación plena de las mujeres en los organismos de decisión de alto nivel constituye una palanca esencial para una paz duradera. Susana Mejía recuerda: «Las mujeres son quienes históricamente, en Colombia, han apoyado los procesos de consolidación de la paz frente al conflicto armado, guiando la reconstrucción del tejido social y comunitario». De ahí que sea indispensable una participación efectiva, tanto en las negociaciones como en la implementación de los acuerdos de paz. Suzan Aref lo ilustra: «No podemos garantizar la estabilidad en Irak sin una participación significativa de las mujeres».
El balance de los últimos 25 años muestra resultados dispares: los progresos logrados siguen siendo frágiles frente a las amenazas, las violencias diversas y los obstáculos políticos y financieros. En este contexto, el apoyo de los socios como el Grupo AFD sigue siendo decisivo para reforzar las capacidades de las asociaciones feministas, apoyar la protección y la participación de las mujeres, y así invertir en una paz duradera e inclusiva.
Leer también
El desarrollo feminista, ya que es más eficaz
Durante el Día Internacional de los Derechos de las Mujeres, como a lo largo de todo el año, el grupo AFD se afirma como un organismo feminista. Al decidir que las cuestiones relacionadas con el géner...
Publicado el 25 noviembre 2024
