• logo linkedin
  • logo email
De la mère à la terre
Los conocimientos tradicionales que se transmiten de madre a hija en los territorios franceses de Ultramar podrían desaparecer a pesar de ser una alternativa a las consecuencias del calentamiento global. Con el proyecto “De la madre a la tierra” se pone de relieve a esas mujeres que tienen la valiosa función de defender al medio ambiente y que se emancipan gracias a su práctica.

“El trenzado es tejer, es un cordón umbilical. Tengo la suerte de tener a una madre que posee todos esos conocimientos, que yo he ido adquiriendo con el tiempo”, explica Maureen Taputu, artesana tejedora

En Rurutu, en las Islas Australes de la Polinesia Francesa, las mujeres son especialistas del trenzado de hojas de pandanos, una planta tropical, y de bambú. El trenzado es una práctica que se transmite de madre a hija, inherente a la identidad de los polinesios.

La abuela de Maureen, y después su madre, Tiaré, le enseñaron desde su infancia las técnicas del trenzado. Ahora, ella misma transmite ese conocimiento a Tuaaneanau, una joven de 16 años que vive en el pueblo, a la que le gusta descubrir otras culturas, pero que también está muy apegada a sus tradiciones: “Trenzo con el corazón porque es mi cultura y me crie con el trenzado”, dice Maureen.

Maureen
Maureen Taputu y su madre, Tiaré, guardianas del trenzado en Rurutu, Polinesia Francesa © En terre indigène

 

Además de ser un arte en su totalidad, el trenzado también es una alternativa ecológica al plástico, según lo explica Anne Pastor, documentalista, que creó el proyecto De madre a hija en los Territorios de Ultramar: “podríamos pensar que el trenzado es únicamente artesanía pero antes de la llegada de los colonos a las islas polinesias, servía para todo: el revestimiento de barcos, la construcción de casas… Actualmente, esta técnica puede realmente sustituir al plástico, ahora que las leyes de 2020 prohíben las bolsas de plástico: por ejemplo, la gente utiliza canastas en lugar de bolsas de plástico, y se están llevando a cabo investigaciones para proteger al coral con trenzado de pandanos”.

Esta tradición, que se ha perpetuado de generación en generación, también constituye un vínculo social muy fuerte entre las mujeres y les permite emanciparse económicamente gracias a la venta de sus creaciones: “soy muy autónoma e independiente financieramente”, afirma Maureen. “El trenzado es un factor de emancipación. Me siento libre, emancipada, valorizada”, agrega la artesana.

Dar la palabra a las mujeres autóctonas

Anne Pastor trabaja con pueblos autóctonos y con mujeres desde hace más de veinte años. En 2018, con la asociación En terre indigène (En tierra indígena), lanzó el proyecto La voz de las mujeres autóctonas, que “da la palabra a mujeres ejemplares por sus acciones e implicaciones, en 16 países”. El resultado son 40 retratos, una gran plataforma documental y un libro publicado en 2022.

Con su nuevo proyecto De la madre a la tierra (2022-2025), continúa con su labor al encuentro de las mujeres en los territorios franceses de Ultramar: en los territorios de Ultramar, “las mujeres de las comunidades locales, a cargo de la gestión de los recursos naturales y de la transmisión del conocimiento, no han perdido tiempo para aplicar soluciones alternativas, ya que se ven afectadas por las consecuencias del cambio climático a nivel de la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable e incluso en problemas de educación, lo que acentúa las desigualdades de género.

Mujeres resilientes ante el cambio climático

En la plataforma en línea De la madre a la tierra en los territorios franceses de Ultramar se ponen de relieve los conocimientos ecológicos de siete mujeres, y próximamente se destacarán lo de otras siete mujeres. La recolección de sal en Mayotte, las plantas medicinales en las Islas Marquesas o bien la agricultura de quema en la Guayana Francesa representan modelos de resiliencia al cambio climático. 

“La agricultura de quema en la Guayana Francesa es la manera tradicional de cultivar la tierra en la selva amazónica, lo que Pierre Rabhi llamaba "la sobriedad feliz", precisa Anne Pastor. “Todos nos podríamos inspirar de ese modo de agricultura, en el que se preserva todo, no se utilizan abonos, se pone la tierra en barbecho…”, estima la documentalista.

En la Guayana Francesa, cubierta en un 96 % por la selva amazónica, viven en el litoral 2 800 amerindios del pueblo Kali'na. Algunos todavía viven de la pesca, la caza y la agricultura.

Cecile Kouyouri
Cécile Kouyouri defiende la técnica ancestral de la tala y quema en la Guayana Francesa © En terre indigène 

 

Guardiana de las tradiciones del pueblo kali’na, Cécile Kouyouri ha luchado por más de veinte años para recuperar las tierras de sus ancestros. En su opinión, “sin la tierra, un ser humano no puede vivir, menos aún un pueblo autóctono”. Una lucha que ganó en 2019 cuando el Estado entregó a su pueblo 1 000 hectáreas en concesión comunitaria y 39 000 hectáreas en una zona de derecho de uso comunitario.

Las técnicas de tala y quema, combinadas con prácticas más modernas de agrosilvicultura, representan una alternativa a la agricultura intensiva y actualmente garantizan la seguridad alimentaria de numerosas familias.

Transmitir a la comunidad a través de talleres

El proyecto De la madre a la tierra muestra la importancia de transmitir las prácticas, algunas de ellas en vías de desaparición, de madre a hija, pero también a las mujeres de las comunidades locales. La organización de talleres de transmisión -78 en tres años- tiene una doble finalidad: preservar ese conocimiento ancestral, así como valorar a las mujeres. 

“Con los talleres de transmisión de conocimientos, también existe un objetivo de empoderamiento de las mujeres”, explica Anne Pastor. “La idea es que algunas mujeres tengan ganas de continuar con esa actividad. También se incluye una importante fase pedagógica, con un centenar de talleres destinados a las jóvenes”, precisa la documentaista.

La asociación En tierra indígena interviene a solicitud de las comunidades a través de talleres para el fortalecimiento de las capacidades y el liderazgo, destinados a los grupos más vulnerables de la población, en Francia y en los territorios de Ultramar. La palabra se convierte así en una herramienta de prevención terapéutica, que se recrea a través de podcasts, videos o publicaciones, con el fin de ayudar a otras personas a reconstruirse y de concientizar al público.


De la madre a la tierra es un proyecto apoyado por el departamento Tres Océanos de la AFD y por la Fundación Chanel.