Se calcula que el financiamiento mundial para favorecer la biodiversidad está en torno a los 143 000 millones de dólares al año, de los cuales, según la OECD, cerca de 6000 millones proceden de ayuda internacional como la que presta el grupo AFD. Esto no basta para frenar el colapso de las poblaciones animales —en los últimos 50 años, el tamaño medio de las poblaciones de animales vertebrados salvajes se ha desplomado un 73 % según el WWF— o la degradación de los servicios que nos brindan los ecosistemas.
Descubra (en inglés) el programa del grupo AFD en la COP16
Según los estudios, las necesidades varían. El Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptado en 2022, insta a movilizar al menos 200 000 millones de dólares, así como a retirar, de aquí a 2030, 500 000 millones de dólares al año en subvenciones que resultan nocivas para la biodiversidad.
La movilización general cada vez es mayor, y los actores financieros no son ajenos a ella. Y menos aún cuando la pérdida de biodiversidad les afecta en más de un sentido: en un estudio reciente, el Fondo Monetario Internacional alerta sobre la degradación de los servicios ecosistémicos, lo que podría “plantear una seria amenaza para la economía global y el sistema financiero”. A la hora de impulsar la integración de la biodiversidad en el sector financiero, los bancos públicos de desarrollo ya desempeñan un papel clave. A continuación, tres ejemplos.
Fomentar la inversión en soluciones basadas en la naturaleza
Debido a su eficacia a la hora de luchar contra el cambio climático y de proteger la biodiversidad, las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) disponen desde hace años de una serie de estándares internacionales, como el de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN) —creado con el apoyo económico de la AFD—, que permite a los inversores identificar con mayor facilidad los proyectos que implantan estas soluciones y armonizar las prácticas.
Naturaleza y biodiversidad: balance de actividad 2023 de la AFD
Ahora bien, las SBN que aspiran a proteger, manejar de forma sostenible o restaurar un ecosistema, al tiempo que ponen de relieve otros retos a los que nos enfrentamos como sociedad, no suelen aplicarse tanto como deberían. Actores tales como el Banco Asiático de Desarrollo han intentado solucionarlo con el lanzamiento de la iniciativa Nature Solutions Finance Hub. El objetivo es identificar e iniciar aquellos proyectos financiables que implanten soluciones basadas en la naturaleza en Asia y el Pacífico. Para ello, reúne fondos públicos, privados y donaciones, así como a organizaciones de referencia en la protección del medio ambiente, como el WWF o The Nature Conservancy. La AFD ha donado un millón de euros a esta iniciativa.
Una mejor detección de los riesgos financieros derivados de la pérdida de biodiversidad
Lo cierto es que los actores más expuestos a los riesgos relacionados con la pérdida de biodiversidad no tienen por qué ser los que más se preparan para ello. En este sentido, se está investigando para facilitar el análisis de los efectos que dichos riesgos podrían tener para las grandes empresas e instituciones financieras.
“Si un servicio ecosistémico se degrada y una empresa que depende del mismo se debilita, corremos el riesgo de que esta no pueda seguir devolviendo sus préstamos o de que deje de contribuir a los presupuestos del Estado”, explica Julien Calas, investigador especialista en biodiversidad de la Agence Française de Développement. “Por lo tanto, a los bancos les interesa identificar las problemáticas de dependencia y de impacto directamente relacionadas con la biodiversidad de las empresas que financian para así evitar que acaben afectándoles a ellos también. Además, les ayuda reconocer qué sectores ofrecen oportunidades de inversión menos arriesgadas”.
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Entre 2021 y 2023, la AFD desarrolló en Sudáfrica un estudio acerca de la exposición macrofinanciera del país a estas amenazas. “Analizamos la vulnerabilidad del sistema bancario por medio de un análisis con una alta granularidad geográfica. Por ejemplo, descubrimos que los sectores económicos altamente dependientes del suministro de agua se concentraban en unos cuantos municipios que, precisamente, suelen tener problemas de acceso al agua, algo que podría agravarse”, explica Paul Hadji-Lazaro, economista especializado en biodiversidad de la AFD. El banco central y el banco de desarrollo sudafricanos han seguido con interés estas conclusiones.
Por otro lado, un proyecto financiado por el programa Ecopronat de la AFD tiene como objetivo comparar varias “métricas de biodiversidad” existentes, lo que en la actualidad permite a los bancos públicos de desarrollo calcular el impacto que cierto proyecto o actividad económica tienen sobre la biodiversidad, con una eficacia variable. El objetivo es que se tenga más en cuenta la biodiversidad a la hora de analizar los riesgos en la toma de decisiones de financiamiento. Los principales resultados se presentarán en la COP16. “Queremos ponérselo más fácil a nuestros homólogos, que se plantean las mismas preguntas que nosotros”, señala Julien Calas.
Las iniciativas en ese ámbito también pasan por la capacitación. Campus Groupe AFD, en colaboración con la Caisse des Dépôts, lanzará el 28 de octubre un curso en línea (o Mooc) que proporcionará una visión global de los retos que plantean los riesgos financieros ligados a la naturaleza. Estará abierto a todo el mundo, será gratuito y estará disponible en francés, inglés y español. El módulo, que dura en torno a hora y media, está organizado en seis secuencias de unos diez minutos cada una. Entre los formadores, se encuentra Étienne Espagne, economista especializado en el clima del Banco Mundial, o Nathalie Borgeaud, de la Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD).
Ver el Mooc (en inglés) Amenazas financieras ligadas a la naturaleza
Recurrir a los créditos de carbono azul
Entre las últimas herramientas de “financiamiento azul”, destinadas a proteger la biodiversidad marina, destacan los créditos de carbono azul. Este mecanismo se basa en la capacidad de los ecosistemas costeros, como los manglares, los hábitats de plantas submarinos y las marismas de litoral, de atrapar el carbono de la atmósfera —hasta cuatro veces más carbono por unidad de superficie que los bosques terrestres. Por ello, son unos aliados imprescindibles en la lucha contra el cambio climático, aunque sus servicios van mucho más allá: proporcionan hábitat y recursos a una amplia variedad de especies acuáticas y terrestres.
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Así pues, un proyecto de conservación o restauración de manglares podría generar créditos de carbono azul y vendérselos a las empresas para que estas puedan compensar sus propias emisiones como parte de sus obligaciones normativas y de su estrategia de reducción de gases de efecto invernadero. Se trata de una forma de diversificar las fuentes de financiamiento de los proyectos de protección ambiental y de perpetuarlos, ya que dichos créditos se emiten a largo plazo y, por lo tanto, continúan remunerando durante todo ese periodo.
En junio, la Agence Française de Développement lanzó el programa Facilidad Carbono Azul. Este fondo, dotado con seis millones de euros, permitirá probar los créditos de carbono azul, el nuevo mecanismo de financiamiento de proyectos de protección de la biodiversidad, para así fomentar la conservación y restauración de estos valiosos entornos.
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